miércoles, 15 de julio de 2009

Julio (10ma parte)

Nota enlace: Me complace continuar la publicacion virtual de mi novela "Entre sabores y sinsabores". En el archivo que aparece a la izquierda de su pantalla se irá configurando el detalle de la estructura completa de la obra. Se sugiere al lector entrar a través de la etiqueta novela y seguir el orden cronológico que presenta el archivo

Julio
Aquella tarde de julio se presentó con lluvia, viento y frío. Estuve trabajando varias horas en la computadora, vi entrar a Hele y al mismo tiempo a Merin, me sumé y empezamos a intercambiar saludos y a preguntarnos por nuestras cosas. El MSN resulta ser un buen conector, se conjuga con nosotras para las habladurías que surgen en medio del trabajo y las tareas domésticas Hele le preguntó a Merin cómo seguía Luisa y el informe de la letrada fue completo y minucioso. Mi intervención fue pasiva, no agregué nada, ni comentarios ni preguntas, sólo leí.“Esta semana visité a una neuróloga especialista en el sindrome vertiginoso me la recomendó una compañera de la facultad, le llevé todos los estudios que le hicimos a Luisa, los del oído, una resonancia magnética del cerebro, el ecodoppler de vasos de cuello, la placa de cervicales finalmente concluyó por los datos que tiene hasta el momento que el problema se llama "vértigo posicional paroxístico benigno", y explicó que dentro del laberinto del oído hay unas piedritas llamadas otolitos que cuando se despegan traen mareos muy fuertes. Para corregirlo le sugirió dormir semisentada y no hacer movimientos bruscos, con eso va andar mejor aunque no se puede garantizar que no vuelvan los mareos”.
A esa altura de semejante texto la mareada era yo, pensé en mis propios otolitos, de los cuales a pesar de no conocer su existencia, vivía feliz. Sin más tomé una drástica retirada y me despedí de mis amigas deseando una pronta recuperación para Luisa.
La tarde había sido movida, intensa, laboralmente hablando y, la conferencia con mis amigas nada placentera. Me dispuse a iniciar los preparativos para cenar y dormir.
Estaba sentada, sola, desconocí al camarero, alto, flaco, con bigotes extraños, a lo Dalí, sí así de llamativos... Tenía un ambo distinto al común de los camareros, era más bien parecido al del Doctor Fretis que, inmediatamente después de la intervención, aquella mañana en que operó mis amigdalas, su pelito enmarañado debajo de una nariz prominente quedó manchado de un rojo rutilante.
El lugar estaba un poco sombrío, despoblado, no veía gente tomando café o alguna gaseosa, tampoco estaba el viejito de siempre leyendo el diario mientras saboreaba el acostumbrado tostado. De pronto grité " luz, más luz”… y comencé a cantar. Felipe, no era Felipe pero se conducía igual, jugaba con su bandeja, la giraba una y otra vez, de su oído izquierdo caían piedritas doradas, se esparcían sobre la bandeja que contenía cuatro vasos floreros de cerveza y dos platos enormes llenos de trozos de placas radiográficas que por momentos se agrandaban, se achicaban hasta convertirse en papel picado. Luego mientras hablaba con Néstor, el dueño, al que también desconocí, los dedos del camarero tamborilleaban sobre el mostrador. Las puertas se abrían y se cerraban, vi entrar a Ingrid por el frente, siempre entra por la misma puerta... apenas unos segundos después Merin ingresaba por la puerta lateral ¿Es distinta a Ingrid, “la inge” va siempre de frente pero Merin últimamente ¿está usando las lateralidades? ¿Por qué pienso esto? Felipe o quien sea se acerca a Merin y le besa la mano del modo más romántico y después se aproxima más, tanto que los labios de ambos se rozan.
- ¡Annabella, Annabella! ¿Qué pasa, Qué pasa?
- ¡Nada, nada estaba soñando!
- ¿Puedo pasar?
- Sí, Virginia pasá.
- ¿Qué pasa? ¡Estaba llorando y diciendo muchas veces no, no, Merin, Merin!
- ¡No pasa nada Virginia! estaba soñando, ya te dije, ¿Vos nunca soñas?
- No sé, pero usted cuando sueña sufre.
Cuando Virginia cerró la puerta me quedé pensando en la sabiduría de seres que nos rodean y que saben más de nosotros de lo que suponemos. Virginia me conoce y aunque ignora muchos pasajes de mi vida percibe mis momentos tortuosos y llenos de angustia.
La primera semana juliana transcurrió en medio de un frío invernal penetrante hasta los huesos. Agradecí más de una vez que el asunto del gas hubiera tenido lugar en pleno verano ya que mi casa dispone para luchar contra las bajas temperaturas de calefacción a gas con el correspondiente y obligado tiro balanceado. Me preparé para nuestra ENTRE6 de julio y daba la exacta sensación de que me preparaba para hacer un paseo por Moscú: botas hasta la rodilla, guantes, gorro y bufanda completaban el abrigo que me proporcionaba el tapado gris, amplio y grueso, no cabía dudas, cualquiera podría decir sin dubitación que soy muy friolenta y no habría exageración alguna.
Cuando llegué sólo faltaba Merin, nos saludamos, mientras tanto algo me envolvió, percibí la luminosidad del lugar y la presencia de Felipe y como disparadores me devolvieron las imágenes oníricas de días atrás, una por oposición ¿Y la otra? ¿Será por condensación? El bigote del camarero del sueño es igual al de Ismael, el portero del estudio de Merin.
¡Qué raras las imágenes que nos habitan! ¿Y la altura? Felipe no es tan alto, más bien se puede decir que es bajo, petiso, como diría tía Euli.
- Ah ¿sí?Escuche la voz de Hele
- ¿Qué me decís Annabella? ¿La tenías a Ingrid?En verdad no sabía de qué estaban hablando y me arriesgué.
- Sobre el asunto del cuntry…Ni siquiera lo pregunté, lo aseveré. Comúnmente se dice que me metí sola en la boca del lobo (entonces Donna habló).
- ¡Ay Dios mío! ¿Dónde estabas? Sos un ejemplo extraordinario para explicar la diversación
.- ¿Diversación?¿ Esa palabra existe Donna?
- No, no existe, pero vos lográs esas cosas, que aparezcan cosas que no son las comunes a las que estamos acostumbrados los demás mortales, es así como toman forma, se presenta ante nosotros lo impensable. Sos un fenómeno. Ahora bien, nos reunimos para conversar, ¿Cierto? ¿Y vos qué hacés? Diversás a veces y las más de las veces ¿Qué hacés? Monologás introspectivamente, vagás, vaya a saber por qué lugares…
Ingrid, apenada por la situación, aunque creo más por mi cara, puso un paño tibio al asunto.
- Estaba contando que conocí al hombre de mi vida y espero que esta felicidad que hoy siento no se me corte.
Nuestra “Inge” se había casado apenas cumplidos los veinticuatro.
El, al que sólo conocimos por fotos, era diseñador industrial, se habían conocido en una fiesta de universitarios y tres años después, con sus respectivos títulos en mano se casaron. Un hecho lamentable ocurrido en el segundo año de matrimonio sumió a Ingrid en un angustioso estado de viudez. Enrique murió bajo la balacera de unos delincuentes, cuando éstos trataron de entrar por el garage, una noche al llegar a su casa. Los hechos mostraron que Quique al darse cuenta de las intenciones de los atacantes, dio marcha atrás e intentó huir, evitó así poner en peligro a Ingrid, el costo lo pagó dos horas después con su vida. Ingrid sufrió desconsoladamente durante años, poco a poco las heridas cerraron. Cuando nos conocimos y se integró a nuestro grupo ya estaban dadas las condiciones para generar nuevas expectativas. Y así es desde entonces...

Volví a mí antes de que se percataran de que estaba volando otra vez en mis recapitulaciones y atiné a hacer alguna pregunta que me orientara
- ¿Quién es él, Y cómo es él?- Bueno, finalmente…Estás con nosotras, acompañada por Perales, pero… en fin, te cuento, les cuento, es un bombón que conocí hace cinco semanas.
- ¿Y recién ahora nos contás? (Dijo Donna un poco molesta).
- ¡Sí Donna! Porque recién ahora hay algo para contar.
- Te pidió en matrimonio ( Dijo Myrhiam, riéndose).
- ¡Ajá! Si joden no les cuento nada, además yo pienso como Merin
- ¿Quién me nombra?
Merin acababa de entrar esta vez me perdí ver por donde ingresó pero en fin eso no es demasiado importante…
- Nuestra amiguita tiene un “percanto”, esperemos que no la amure, en fin ( dijo Myrhiam en medio de risitas).
- Nena mis noches son alegres y Victor es un dulce, no te pongas envidiosa.
- Bueno el ambiente está pesado me voy a ir al supermercado. Sigan ustedes, después me cuentan. (dijo Hele).
- Comprá después por Internet, quedate (le dije).
- ¡No! A mí me gusta ir y elegir las cosas que compro.
- ¿Las gaseosas, el jabón en polvo, el apresto? ( le insistí).
- No, eso precisamente, pero la carne y la fruta por ejemplo sí…Además digamos que las compras hoy son más complejas que en otro tiempo, arroces hay una diversidad, fideos, lo mismo, las leches, que descremada , que entera, que larga vida , que en polvo, que con hierro ,en fin un verdadero embrollo que me lleva un tiempo y necesito ver, tocar, oler.
- No tenés algo más interesante para ver, tocar y oler ¡Qué embole hacer la cola en la caja! (dijo Merin ).
Por fin alguien me hace pata.
- No, por ahora no tengo algo más interesante (dijo Hele con media sonrisa).
- Quedate Hele y les cuento lo que me pasó cuando fui a Colonia con mis amigas de la Facultad, es muy gracioso, me acordé ahora por lo que dijo Merin de pagar en la caja.
- Ajá ¿Y lo mio? , se ve que no les interesa un amor que nace… son una amargadas y envidiosas Felipe se acercaba, lo vi dar pasos para atrás , el horno no estaba para bollos.
- Vení Felipe, no pasa nada,
- ¿Quiere algo la señora Merin?
- ¡Paz! Felipe ¿Tenés un poco?…A veces colocábamos a Felipe en situaciones un poco complicadas para él, por supuesto que siempre una de nosotras lo sacaba del mal lugar
- Felipe, quedate tranquilo, las estaba bromeando - agregó Ingrid
- Pero creéme, son un poco envidiosas. Felipe esbozo una sonrisa y tomando el pedido de Merin en medio de toda la bulla se fue riendo y haciendo el gesto que a veces tienen los padres cuando quedan en zona intermedia entre castigar y elogiar.
- Bueno dale, datos del pretendiente, detallá de una vez y después vos nos contás lo del barco.
- Victor, cuarenta y tres años ingeniero en alimentos también.
- ¿No se van a aburrir? Dicen que pan con pan...
- No seas tonta, es muy lindo él, nos estamos conociendo.
- Se verá, habrá que tomarle un test y evaluarlo, no te vamos a entregar así nomás. Donna es la psicóloga (dije con tono irónico).
- Yo no hago evaluación diagnóstica, sabés bien qué pienso de los test.
- Podrían ser dos entrevistas, habrá que saber si no se trata de un perverso o un psicótico. -dijo Myrhiam-
- Bueno ya está bien –dije para cortar, la broma se estaba poniendo densa... ya me estaba sintiendo mal, y supuse que Ingrid no la estaría pasando mejor.
- Les gusta joder, pero el chico es un divino, ya lo van a conocer ( dijo Ingrid con la tonalidad que le quedaba)
- Bueno y ahora contás lo del viaje a Colonia ( dijo Myrhiam) Tomé un poco de gaseosa y dándome cuenta de que la broma a Ingrid había ido escalando porque yo también había contribuido, hice un esfuerzo y me repuse para empezar el relato.
-Estábamos en el Buque y yo había ido a comprarme un Lolita al freeshop, ustedes saben que esa fragancia me tiene subyugada, quise pagar con la tarjeta de crédito, y no sé por qué, pero en medio del río suele cortarse la señal, así que todos los que queríamos pagar con el plástico debíamos esperar. La cola era bastante larga, las cajeras ofrecían guardar las compras y volver a los veinte minutos, yo decidí quedarme, delante de mí dos mujeres hablaban, como diría Eulalia, hasta por los codos, se contaban la vida, una situación de divorcio de una de ellas, en fin con todos los detalles como hacemos nosotras, de repente cuando ya había pasado casi media hora, la más delgada hace una referencia que sorprende.
- Cuando pagues y nos vayamos…
- ¿Qué? -dijo la otra.
- Yo no tengo nada para pagar.
- Y entonces ¿Qué estamos haciendo acá tanto tiempo?
Por supuesto ninguna de las dos sabía qué estaba haciendo allí. A esa altura la sorpresa en sus caras, más que el diálogo, Conclusión: un recorte de espejo de nosotras... ninguna de las dos había comprado nada, cada una creyó que la otra debía hacer la cola. Fue tan gracioso verlas irse entre sorprendidas y atontadas por la situación, yo me quedé pensando que muchas veces actuamos así, confusas, atolondradas…
- somos muy locas... creo que a veces cuando los hombres no nos entienden... algo de razón tienen...-dijo Merin-
Las chicas me miraron y sentí que compartían mis sentimientos. Fue la primera vez que pude sacar afuera mis soliloquios internos, esa vez no quedaron dentro de mí transportándome a la estratosfera y me sentí bien.
Las Entre6 compartimos el reirnos de nuestras cosas absurdas, de nuestros desatinos, de los disparates que hacemos en medio de nuestra vida llena de obligaciones y muy recargada de tareas.Un coro a seis voces, bastante afinado, concluyó “Así somos nosotras las mujeres: precipitadas, a veces irreflexivas, un poco imprudentes, distraídas, aturdidas por alguna situación disparatada, también impetuosas y un poco locuelas” Después de esta descripción, la más honesta que pudimos hacer de nosotras mismas y de nuestro género nos fuimos en medio de risas, preguntándonos qué diría nuestro desconocido Victor si nos escuchara.
- Se escaparía, dándose cuenta lo bien que hace en estar solo.- dijo Ingrid a esta altura muerta de risa-

Merin llamó a mi casa una noche en que la lluvia torrencial invadía todo con la sonoridad del agua esparciéndose cual catarata infinita, vientos que golpeaban puertas y ventanas, tanto, que algún vidrio lejano no resistió el embate climático y resonó en mil trizas cayendo vaya a saber dónde. Fabio estaba de guardia, Franchu entrando lentamente en el sueño y Merin con ganas de hablar y compartir su otro mundo como yo lo llamo a ese espacio incierto, no oficial, difícil de transitar que forma parte de su vida en una paralela poco feliz. Hablamos sobre sus sentimientos y sus dudas y contradicciones. Hablamos sobre su dolor por no poder salir del todo de la situación que vivía con Fidel. La escuché triste y atormentada y decidí hacer un giro, volví a insistir en la necesidad de que retome su espacio terapéutico y por otro lado le expuse una vez más mis sentimientos en relación a Fabio, un amigo, al que sentía que le estaba haciendo (yo también) jugadas sucias. Otra vez le dije que por sobre todo ella es mi amiga pero que comprendiera mi disgusto por estar ubicada en el lugar de cómplice, conocedora de la situación. Me comunicó que retomaría su terapia e intentaría trabajar más a fondo todos los asuntos que la empujaron a la infidelidad .
- Te lo estás diciendo a vos misma.
- Ajá , te voy a llamar la Bella Freud, después de tantos años en el diván...
Me reí, recuerdo exactamente lo que le dije, sobre todo, porque se rió y afirmó muy segura, los efectos que se perciben en mí, después de tantos años, de psicoanálisis.
- venís luego a casa entonces ...
- sí voy a ver a mi ahijado... y a vos también...



- Hola tía Bella, que suerte que llegaste. Aquí tengo mi lista del no.- ¡Ah mirá qué interesante! Decidí bromear un poco con el pequeño monstruo.
- Es tal como decís, una lista del no, fijate “helicóptero” no está bien escrita porque lleva “h” y acento ortográfico en la primera ó, “didáctico”, también está mal porque le falta la “c” antes de la “t” , te la comiste... la palabra tampoco , antes de la “p” siempre va “m”
- De todas formas es muy buena esta práctica, cuando yo iba al colegio no hacíamos listas del no. Es muy bueno que te enseñen estos ejercicios en la escuela, pronto vas a escribir sin errores...
Lo observaba muy seria mientras le decía todo esto, sus caras increibles, sus ojos comunicabar que estaba pensando si explicarme o mandarme al demonio..., la chanza fue creando un clima muy especial, hasta que finalmente y después de un suspiro, tomó fuerzas y habló.
- ¡Qué me decís tía Belu! No entendés nada... Esta es una lista para el día del niño. Para mi regalito...
Le sonreí y lo abracé, le dije que estudiaríamos juntos la lista de los no pero había que armar una lista de los sí, sobre todo para ver con cuidado cuánto costaban los regalos del sí.
Finalmente llegamos al acuerdo de que mi regalo lo iríamos a comprar los dos el viernes anterior al domingo día del niño.
Me sonrió como suele hacerlo y se quedó tranquilo.


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