lunes, 19 de enero de 2009

Enero (3ra Parte).




Nota enlace: Me complace continuar la publicacion virtual de mi novela "Entre sabores y sinsabores".


En el archivo que aparece a la izquierda de su pantalla se irá configurando el detalle de la estructura completa de la obra. Se sugiere al lector seguir el orden cronológico que presenta el archivo



El viernes despuntó y pasó como una ráfaga, Enya me acompañó desde el comienzo con su música evanescente, soñadora y romántica. Siempre un poco perezosa, tal como me decía Juan, suelo escuchar todo el recital de mi compañera de despertares. Un ojo abierto, otro cerrado y los dos oídos prestos. Recordé algunas imágenes, confusas, otras se me escapaban, eran fragmentos de mi sueño. Una anotación insistente en letras que se achicaban y agrandaban y que por momentos desaparecían y luego volvían a ponerse frente a mí, con una música de fondo, alegre y movediza hizo foco. Ahora volvía a recordar las palabras escritas:
“Lo siento. No puedes entrar. Aquí sólo entran criaturas y seres fantásticos y bondadosos tales como hadas”.
¿ Dónde había visto ese cartel? No podía recordarlo. ¿Y esa música? Era tal como la música alegre y ligera de los carruseles. ¿Esas frases vendrían desde mi infancia? En todo caso creo que los recuerdos que habían aflorado el día anterior con Francisco, funcionaron como resto diurno que me condujeron a mis otras escenas. Tal vez guardo dentro mío el malestar nunca superado de un horrible supuesto : que mi madre hubiese ido a la calesita con nosotros para… para impedir mi disfrute ¿Por qué se puso tan mal y comenzó a discutir y llorar con mi padre en el preciso momento en que había ganado la sortija? ¡Qué mal me sentí pensando eso! El sentimiento desagradable creció, sentí que podría comenzar una migraña, tomé una pastilla que suele detener los primeros dolores y, me dije imperativamente que ese sueño merecía ser analizado con Loretta.
Me dispuse a prepararme para comenzar el día.
Estaba lista para bajar cuando sonó el teléfono, era Helena, otra ENTRE6, una canceriana serena que acepta la vida tal como le viene dada, sensible, soñadora y positiva, amante de la paz y gran intuitiva. Ella se autotitula la reliquia, porque es la mayor de todas, una de nuestras jubiladas que haciendo galas de su maternaje sobre nosotras y haciendo frente común con Donna se ocupa de hacer un minucioso seguimiento de mi vida amorosa. Después de preguntarme cómo habían estado las cosas con Pedro el miércoles ( asunto en el cual no quise entrar con detalles y sólo me limité a decir “ahí, más o menos” como percibió que no estaba dispuesta a ampliar información hizo un viraje y me pidió que no olvidara llevarle al día siguiente el libro que le había prometido “El origen perdido” de Matilde Asensi. Siempre tan ordenada, meticulosa y planificadora.

-¿Para eso me llamás?
- No sólo para eso, pero bueno si no querés hablar por lo menos no me cargues, te llamo porque tengo ganas de empezar con la novela y poerque intuyo que te vas a olvidar y después estacionar en tu cuadra … bueno vos sabés, es como sacarse la lotería.
- ¿Intuís? ajá, bueno, bueno, ahora mi amiga se ha vuelto intuitiva, veo los logros de Clarissa con sus mujeres y sus lobos.
- Hermoso libro y no me jodas que solés incurrir en olvidos ¡mirá con qué elegancia te lo digo amiga!
- Ya lo sé, a veces tengo la cabeza volada, como en otra parte, pero me gusta jorobarte, sabés que admiro tu organización.
- Bueno, bueno ¿qué me vas a pedir?
- Nada tonta, sos vos la que me pide el libro. Nos vemos mañana a las siete.
- Dale, chau.


Cuando volví (mi reloj marcaba las dos ) tuve conciencia plena de que había sido un día infernal en el estricto término del vocablo infierno.
¡Argentina, bendito país, fabricar y exportar no es nada sencillo! Problemas con la costura, las telas no habían llegado de fábrica, los botones que había visto no iban a entrar por ahora con lo cual tuve que buscar otros modelos y el hilo, bueno fue lo único que estaba resuelto. En un paso a nivel con las barreras bajas aproveché, mientras esperaba el cruce del tren, en leer un mensaje de texto que se había anunciado minutos antes, era de Patricia, La Diábola.
lo+ urg, llamá, mand fax c/precisiones, cantid mín, tall, colres.
Un bostezo y el tren que comenzaba a pasar no impidieron que decodificara lo que la chupadora me decía, tampoco me impidieron observar que la única palabra escrita completa era precisiones, a excepción de fax que ya es corta por naturaleza, ella, con aires diabólicos quiere siempre todo perfecto, aunque tenga que desangrarme para conseguirlo, es más, si me desangro mejor. No iba a mirar el fax esa noche, de ninguna manera, estaba agotada.
Después de abrir las dos cerraduras y mientras pensaba deseante en mi cama con sábanas suaves y aire acondicionado entré y vi debajo de mi puerta una notita (sólo eso me faltaba ¿y ahora qué?) Era una pequeña esquela de Nicanor.

No tenemos gas, todo el edificio está con el suministro cortado”

Volví a leer la nota, estaba demasiado cansada para pensar. Me descubrí haciendo un movimiento con los ojos, (se me interpuso algo que me había explicado Donna proveniente de la Programación Neurolinguística : “Tenés características prevalentemente visuales ,no hay duda, siempre tirás los ojos hacia arriba para recordar datos” Quería recuperar información de mi archivo, las baterías estaban bajas, me sentí levantar la cabeza y la mirada y pude concatenar algunos pensamientos. Sólo requeriría gas en la mañana, yo no podría ni siquiera en enero ducharme con agua fría, así que le escribí un mensaje de texto a Donna. Era tarde, pero sabiendo que mi amiga se levanta todos los días a las siete, “caiga quien caiga” a su decir, estaba a tiempo.
- Voy a ducharme a tu casa, no tengo gas, llego 8:30.
- Ok
- Gracias.
Me sorprendió que Donna me respondiera a esa hora. Mientras le agradecía pasaron por mi cabeza algunos interrogantes ¿Estaría desvelada? ¿Pasaría algo?
Cerré los ojos mientras caminaba hacia mi cuarto pensando que ya tenía bastante. Cartón lleno. Estaba muerta. ¡A dormir!

Corría, vi mis zapatos blancos tipo Guillermina, el pequeño botón del lado derecho estaba flojo, a punto de desprenderse, mi falda azul se movía incesante, divisé una mancha debajo del bolsillo, tal como si algo estuviera perdiendo un líquido denso color marrón y corría cada vez más, las hojas secas hacían un fondo sonoro, hueco, que se repetía. De pronto la falda, tomó color rojo sangre, se hizo larga, con vuelo y la blusa que hasta ese momento no había visto, era de lunares, más bien se podría decir una camisa a lunares amarrada por los dos picos de la parte inferior con un nudo, debajo una camiseta a modo de musculosa. Escuché voces que susurraban palabras entrecortadas, casi inaudibles. Vi mi rostro, asustado, giraba una y otra vez la cabeza, buscando verificar que todo estaba bien, tenía un cierto afán de control. Pero ¿Qué pasaba? ¿Había un perseguidor? Todo era confuso. La flor que llevaba en mi pelo cayó, era roja, algunos pétalos blanquecinos los descubrí en ese momento, la miré, recuerdo que titubeé, con pesar decidí dejarla a su suerte. De pronto escuché el resonar de las pulseras de plástico, algunas con dijes, en medio de la corrida, chocaban y hacían sonidos que me delataban…El pañuelo con moneditas colgando y la pandereta de la mano también me denunciaban. Me desembaracé de todas las sonoridades de mi atuendo de gitana, una piedra del camino me sirvió para el ocultamiento. Me sentí más libre en un andar silencioso. Acomodé el delantal redondo sobre la falda y me quedé más tranquila. Al rato un hombre se acercó, la oscuridad del bosque impidió distinguir su rostro hasta que al aproximarse un pequeño rayo de luz proveniente de un grupo de ramas encendidas lo descubrió era Juan cantando mientras giraba en torno a la pequeña fogata.
- “Hagamos nada juntos, hagamos nada juntos”.
Me desperté.
Volví a revisar el sueño, ¡Cuántas incógnitas!
Sabía que mamá solía disfrazarme cuando era muy pequeña, luego al crecer ya no quise que me vistiera como a una muñeca, más bien huía ¿Sería ella mi perseguidora? ¿Sería ella con el rostro de Juan? Tal vez. ¿Y los sonidos que me denunciaban? Tendría que buscar conexiones…
Tal vez lo más claro era esa canción de Juan… lo recuerdo bien… había sido en la primera llamada telefónica.
- Hola ¿ Annabella?
- Sí, ¿quién habla?
- El que curiosea sobre tu hombro las dedicatorias que escribís en las librerías.
- Ah, sí - me reí - Juan, el antropólogo.
- El mismo, bah es una forma de decir, soy y no soy el mismo, como el río ¿viste?
- Sí Heráclito…Ah creo que sos un antrofilopólogo.
- ¡Me gustó! ¡Es muy creativo ese modo de decirlo!
- ¡Qué bueno!
- ¿Qué hacés a la noche?
- Nada.
- Hagamos nada juntos ¿Qué te parece?
- Me parece bien…
Y así había sido nuestra primera cita formal.
Y así comenzaba ese día, con recuerdos, como siempre, con imágenes, mejor que siempre, con voces de otros tiempos, retazos de sueños que hacen puente con el ayer



Era sábado y los sábados me gustan, Enya se hizo presente con su voz, entonando suave, dulcemente, recordé el asunto del gas, pero ni Enya ni mis pequeñas servidoras hacedoras de café, jugo y tostadas tenían alguna relación con la falta de suministro de gas como escribió Nicanor, así que trabajaron normalmente, al igual que mi P.C. En un momento pensé que era maravilloso que no faltara la electricidad. Sólo mi celular daba cuenta de su inanición, había olvidado nutrirlo, inmediatamente pensé cargarlo en lo de Donna. Estaba lista para salir. Tomé mis cosas, en ese momento las imágenes del sueño se precipitaron a mi conciencia, se hizo clarísima la escena de renunciar a ciertos objetos que denotan mi presencia en el mundo ¿Será eso? ¿Deberé ser cauta con mis modos de andar por la vida y no hacer tanta bulla?
¿Cómo soy verdaderamente? ¿Qué querían significar esas escenas que habitaban mi sueño? Pensé en Loretta, debía anotar todo lo que pudiera de ese sueño para trabajarlo, tal como dice Donna hacer el análisis secundario, a través de mis pensamientos y fantasmas; con la palabra fantasma me pasan dos cosas por un lado la siento enigmática y llena de misterios para develar, pero al mismo tiempo, me da miedo ¿será esto lo que me hace una neurótica? Donna siempre me explica sobre la condensación, el deplazamiento, las búsquedas de lo lógico en medio de lo caótico, en fin los sueños son para mi una fuente inagotable, una matriz generadora, un concentrado de disparates, dolorosos, absurdos, esencia genuina de creaciones originales e impensadas.
Además de analizar el sueño para otorgarle significados de mi vida personal, las imágenes oníricas son semillero de ideas para poner al servicio de mi labor como diseñadora de indumentaria femenina. ¿Será esto lo que Donna me explica que es la sublimación? Tendré que preguntarle.
Cuando terminé de tomar todas mis cosas que ese día incluían un bolso con ropa, cremas de todo tipo y elementos básicos de maquillaje, deseando que esto se resuelva rápido ¡Siempre es un verdadero engorre tener que recurrir a otra casa para tomar un baño!
Allí estaba Nicanor. Deseaba que tuviera en mente una buena síntesis porque el camino hasta las cocheras es breve y mi paso rápido. Le alcanzó justito.
- “Una señora, en planta baja, “A”, que alquiló, sintió olor a gas , llamó a la empresa y sin más cortaron, a partir del lunes empezarán a estudiar el asunto…”
- Ah, bueno Nica. Gracias. Téngame al corriente.
- Sí, sí Annabella, vaya tranquila.
Ya me había ido… me molesté un poco conmigo por no tenerle más paciencia, Nica es una persona de buen talante, siempre dispuesto a ayudar más de lo que se supone implica su trabajo de encargado. No estaba comprometida con los asuntos del edificio. Juan solía ir a las reuniones y participaba activamente de las decisiones. Para los últimos arreglos de pisos nuevos y pintura, si bien el consorcio contó con mi conformidad y acepté lo que resolvió el conjunto, yo no había intervenido personalmente en ninguna reunión .Me dolía que me vieran sola. Sin Juan.
Sabía además que no quiero recargarme con otras responsabilidades, estoy en una etapa de mi vida en que quiero y necesito concentrarme en mí.

En las muchas ocasiones en que había ido a casa de Donna era Ignacia quien me abría la puerta. Estaba acostumbrada a su rostro rígido, un poco sepulcral, con un rictus de espanto que me crispaba. Me abría la puerta y casi fantasmalmente desaparecía, como si estuviera por derramarse la leche al hervir o por desbordar el lavarropas. Recuerdo que la última vez que le hice esa broma a Donna me dijo que ya no hervían la leche porque viene suficientemente pasteurizada, y que el lavarropas autómatico había desplazado al viejo modelo hacía ya diez años y no tenían necesidad de cuidarlo.
“ Vos sabés que Igni es así” concluyó aquella vez.

- Ciao cara, amica mia.



(No contestó, estaba de espaldas. Envuelta en su toalla que no dejaba verla bien.) Hola Do,insistí, me contestaste de inmediato el mensajito anoche, bah esta madrugada ¿qué andabas haciendo a esa hora, acaso una de esas noches de lujuria?
La vi envuelta, como saliendo de la ducha, giró hacia mí mientras despejaba su cara que había quedado debajo del toallón. La vi mal, los ojos rojos, el aire de su cuerpo y sus movimientos denotaban fatiga.
Cambié radicalmente mi tono, mi rostro. Me sentí como una verdadera estúpida. Algo había pasado ¡Por qué no estoy más atenta a mis intuiciones!
- Magali está embarazada.
Su voz sonó clara, como un martillo asestando un golpe. Me llegó como un bombazo… ¡La pequeñita que vi nacer!…
Magali era aún demasiado joven para meterse en esos embates. Me quedé muda.
- Ah (agregué cuando pude. Sentí mis ojos huidizos en tanto me recomponía )
- Te aclaro antes de que me lo preguntes que Mauricio no lo sabe, que ella misma me lo dijo anoche a eso de las once y se fue, que no volvió, con lo cual ella no está en casa, que Ignacia debe saberlo aunque no me lo dice y que el chico, Fernando, vos lo conocés, está feliz.
- Es mucho para mí no querés que vayamos por partes, me llevás varias horas de ventaja. Veamos esto de a poco.
- ¿Vos crees que nosotras vamos a poder procesar esto?, yo como madre de una chiquilina de diecinueve años, que hizo hasta el momento el C.B.C. para medicina nada menos, y vos como mi mejor amiga, mi hermana, que la percibiste tempranamente cuando ya estaba en mi panza y ni yo lo sabía, te acordás, vos con tus ideas liberales en relación a hijos a crianzas ¿vos crees que estamos en condiciones de pensar algo? Algo sobre lo cual ignoro cuanta ingerencia podríamos tener y ya no hablo de vos y de mí sino de Mauricio y yo.
Tenía razón era demasiado para todos.
- ¿Qué te dijo Magali sobre decírselo al padre?
- Me pidió, es más te diría que me exigió que no le dijera nada, que no me metiera, que ellos, los dos, son responsables y quieren venir juntos para hablar con Mauricio y conmigo.
- Ah, pero eso está bueno.
- ¡Bueno! Haceme el favor ¿Qué estás connotando positivamente?
La miré tratando de entenderla y sin respuesta alguna.
- Bañate y seguimos hablando en el desayuno.
Quedé en silencio. No era momento para decirle que ya había desayunado.
Donna es más ordenada primero se baña luego desayuna y va haciendo los preparativos para su día uno a uno. Yo en cambio voy y vengo con jugos que pueden ser bebidos mientras me depilo en el baño o riego las plantas o bien enciendo la computadora para revisar mis mails o busco algún dato en el Google en tanto me pongo las medias y la bijouterie. No me atreví a decirle que ya había desayunado, no quise decepcionarla, sabía que estaba pasando un momento complicado. Tendría que vérmelas con mi nutricionista cuando llegara el día del control.


Hacía mucho tiempo que no tomaba una siesta de sábado, estaba cansada y pasaba por mi cabeza lo mucho que debería hacer la semana siguiente, con lo cual decidí acostarme un rato antes de la reunión.
Quise dejar de costado mis pensamientos, que fluían sin tregua, entonces tomé el libro que me había regalado Pedro para Navidad, “La despedida” de Milan Kundera, avancé unas diez páginas más, casi estaba llegando al final, la narración de la novela está centrada. en vivencias de una serie de personas en un balneario pro fertilidad, las mujeres van con la esperanza de engendrar, no me parecía un tema demasiado interesante para mí, de todos modos la pluma de Kundera me gusta, considero que Pedro careció de perspicacia en la elección del libro, el pasaje que menos me gustó es aquel en el que el Dr. Skreta se cuestiona en relación a las mujeres que no conciben y dice ¿Para qué quieren vivir? y seguidamente agrega que una vida sin hijos es como un árbol sin hojas, ¡Qué disparate! Cerré el libro, recordé que a las 19 hs. llevaríamos a cabo la Reunión I de las ENTRE6 del año en curso, entonces, me dispuse a hacer los arreglos para que Enya me despertara, no quería aventurarme a hacerlo por mí misma, me conocía bien. También me di cuenta que debía ocuparme del “celu”, el pobre compañero tecnológico que me ayuda en mi trabajo, seguía en proceso de desnutrición, alcanzando el estado de franca inanición, el asunto de Donna había copado el primer plano, hizo figura y no era para menos. Dejé de lado el vital alimento del “telefonino” una buena parte por olvido y otra porque en verdad no era momento oportuno. Pero, a pesar de estos amagues con Enya y mi celular, me seguía resonando esto del árbol sin hojas y pensé que Pedro la había pifiado. ¿O yo no tengo elaborado este tema como creo? Pensé en esto hasta que Morfeo me cobijó, seguro que para que no siguiera en esa desazón.

Caminaba por la vereda del bar, percibí un cambio de ritmo en mi andar, mi desplazamiento se hizo más lento, a un costado y en sentido contrario una mujer, joven, de baja estatura, se cruzaría conmigo, llevaba pesadamente un carrito, en él, una niñita pelirroja, con la cara sucia del alfajor de chocolate que apretaba insistente entre sus manos, desperdigando trocitos azucarados sobre las baldosas, dejando huellas que me recordaron a los sufridos Hanzel y Gretel, me sonrió, tenía luz en sus ojos, le devolví la expresión e inmediatamente, mis ojos se posaron en su madre, mujer de cara flaca, un poco desfalleciente, cuerpo desgarbado, con una pequeña prominencia en el vientre ¿Secuela del embarazo de la niña o advenimiento de un nuevo ser? Me sentí movilizada, siempre estas escenas ligadas a la maternidad me conmocionan, mucho más cuando veo a las madres con miradas perdidas y semblantes desenergizados.
Seguí caminando, busqué reordenarme en mi interior y allí las vi, algunos ejemplares de las ENTRE6 ya habían llegado. El panorama se presentaba como una visual que recortaba campo al modo de un zoom y las divisé aún desde lejos, hablando, moviéndose.
Era temprano, sin embargo, tomé mayor velocidad, Donna me dice que tengo un ritmo particular en el andar, que me mando ágilmente por la vida, con mis pelos al viento y caminando de costado, lista para frenar cuando llego a destino. Metida en esa aceleración pasan inadvertidos los cartelitos orientadores. Nunca acierto si debo tirar o empujar. Finalmente logré sortear el primer obstáculo y atravesé la puerta. Divisé claramente a dos de nuestro grupo
Helena, con su “color” visiblemente recién hecho, es la única del grupo que pasa por etapas bien distintas, o deja aflorar sus canas o cambia totalmente su estilo, al punto de aparecer con un corte o un color extraño, a veces caoba, otras un castaño rubio ceniza que le queda espectacular, suelo bromearla diciéndole que seguramente tiene una relación especial con su coiffeur, logra lo que nosotras no podemos, "cambios atrevidos". Generalmente hace un ligero movimiento con su cuerpo, como un aleteo, mientras dice un no gestual y entrecortado con su cabeza que confirma mis sospechas. A su lado estaba Mirhiam, escuchándola absorta, con su mano derecha sosteniendo su medio mentón. Ninguna registró mi aproximación.
- Hola, llegaron temprano.
- Sí. (me contestó Helena, acicalada y seria).
- ¿Supiste? (me preguntó Mirhiam).
No había terminado de darles un beso, cuando ya tenía por delante un enigma para resolver. Esto pasa mucho entre las mujeres, no nos hace falta dar muchos referentes, nos entendemos, más allá de las palabras, con algún ademán, la voz más cerrada o más campanita, más allá de los textos se generan climas y un modo particular de circulación del aire, todos ellos son claros indicadores para nosotras que en general no fallan. Y si fallan ¿Qué? Tendremos más asuntos para tratar. Haciendo un paneo introspectivo rápido, decidí que podía tratarse de algún descubrimiento de infidelidad o el asunto de Magalí, que pensando un poco la cuestión es que “el asunto no vino”. Me salí de mis propios juegos de pensamientos, palabras internas, y entendiendo que la voz de Mirhiam otorgó un tono grave a la interrogación, me limité.
- No sé a qué te referís Mirhiam.
- El asunto de Donna, bah, de Magali, aunque es de Donna también, de nuestra amiga...
- Ah, sí lo supe ayer cuando fui a bañarme a lo de Donna.
Helena y Mirhiam posaron sus ojos en mí un poco desconcertadas y seguidamente se miraron, con extrañeza. Los referentes estaban todos, me había ido a bañar a lo de Donna, ahí la vi, ahí supe lo de Magali, pero sin duda, faltaban algunos datos más, en verdad, harina de otro costal, no obstante agregué:
- Estoy sin gas, todo mi edificio está sin gas, pero volvamos a nuestro tema.
- ¿Qué tema? (la voz de Donna resonó, ya estaba allí y aún no era la hora señalada).
Se suscitó entonces una suerte de barullo, entre los saludos y alguna que otra referencia a llamados telefónicos que se habían hecho en el día. Todo ese enjambre de voces, movidas de sillas, corrimiento de carteras, celulares, bolsas de compras y otros elementos dejaron atrás la pregunta de Donna. En ese preciso instante recordé una frase de Ana Belén.
“El teatro griego deja claro que es por la mujer, a pesar de ella y gracias a ella que se desatan guerras y cataclismos".
Una vez sentadas miramos el reloj en diez minutos serían las siete. Sólo faltaban las pequeñuelas del grupo: Ingrid y Merin. El camarero nos miró, entendí en esa mirada que él sabía que esperaríamos para pedir el servicio. Nuestras voces se entrecruzaban con algunas banalidades que enmarcan las cuestiones importantes.
Pasaron frente a mí en escasos minutos las imágenes de nuestras reuniones, de cómo había surgido este grupo de media docena de mujeres que mensualmente nos reunimos para intercambiar sobre los hechos de la vida cotidiana, las noticias que nos rodean, las modas, alguna suegra pesada o alguna cuñada envidiosa. Las alegrías, los dolores, las enfermedades, muertes, amores, infidelidades y la más amplia gama de conflictos y tensiones que la vida nos propone, para superar los obstáculos o morir en el intento.
Nos escuchábamos, nos conteníamos, elaborábamos las piedras duras de la vida para reblandecerlas y poder con ellas. Todo esto llevaba a resoluciones que el conjunto, un grupo de mujeres unido por sentimientos cariñosos juzgaba convenientemente abriendo caminos posibles de aplicación, caminos que no son más que alternativas de soluciones vitales.
Es así como nos encontramos mes a mes, somos un grupo de amigas cafeteando en medio de la vorágine de la vida, en medio del trabajo, hogar, hijos, nietos, maridos, ex. y todo el resto que cada una quiera pensar y agregar. Nos unimos cada vez con la única finalidad de intercambiar sobre situaciones que nos pasan; surgen en nosotras deseos de escuchar, contener, elaborar y generar espacio para resolver, ¿juzgar? y aplicar . Son, según nos explicara oportunamente Helena, la “profe” de lengua y literatura, infinitivos que como tales son acciones para llevar a cabo en nuestros encuentros, así nació este nombre, ENTRE6, también llamado entremeses, nombre raro, que transforma la cara de más de uno, ocasionando un estar estupefacto y boquiabierto cuando la escucha y no la entiende claramente, con un subíndice 6 que oficia de misterioso pero que deja en claro para nosotras que ahí se cerró nuestro grupo ENTRE6.
Recuerdo que en muchas ocasiones hasta que lo aprendimos y entendimos de qué se trataba, debimos repetirnos una y otra vez que las cuestiones que hablábamos no son ni serán sólo nuestras vivencias, sino que trataríamos cuestiones generales que suceden en un marco amplio en el momento histórico existencial que nos atraviesa. Insistimos mucho en aquel momento inaugural que lo particular de cada una no sería lo único sobre lo que versaríamos, pero, que de ninguna manera quedarían excluídas nuestras alegrías y padecimientos singulares.
Los tres primeros infinitivos fueron entendidos y aceptados rápidamente pero resolver, juzgar y aplicar requirieron una serie de aclaraciones que fuimos construyendo. Ahí es donde Merín nos introdujo en la idea de que conformaríamos una especie de guardia pretoriana. Este aporte de nuestra amiga suscitó una gran discusión ya que Helena argumentaba en contra de semejante designación.
Enriqueció en grado superlativo el aporte que cada una trajo al debate y fuimos componiendo, tomando de aquí y allá, negociando, finalmente acordamos que las pretorianas de hoy podríamos ejercer jurisdicción en todo tipo de pleitos tanto en Roma como en las provincias, léase tanto nuestras cuestiones propias como las del entorno. Por lo tanto concluimos que no nos estaba en principio vedado hablar de ningún hecho.
Y aunque el término "pretoriano" está asociado con intriga y conspiración, seríamos algo así como una guardia pretoriana, con principios de lealtad y con el firme objetivo de ejercer influencias positivas.
En cuanto a las cuestiones propiamente nuestras,dimos importancia y lo seguimos sosteniendo que la misión que nos cabe, si la hubiera, es crear las mejores condiciones de intercambio para contenernos y procesar aquello que nos pasa, sin omitir en ningún caso, que la apertura de alternativas es la vía de excelencia para la resolución de las situaciones que la vida nos plantea. Hicimos gran hincapié en que cada una de nosotras tiene su propia familia con la cual tomar las determinaciones correspondientes. Por otra parte, cinco sobre seis de nosotras, disponemos de un espacio con nuestro terapeuta individual, sólo Helena ha logrado hasta el momento hacerle una verónica al diván y a pesar de ser muy leída en esos temas ha incursionado por otros caminos como la gimnasia yoga, el control mental, el reiky, la astrología y la numerología. En el último año Helena se nutrió con los cursos de calendario maya, y nos trajo como regalo, lo que aprendió (Donna, siempre muy aferrada al marco psicoanalítico y con tono de descreimiento nos insiste en que son los presentes griegos que nos hace Helena, sin embargo en más de una ocasión la vi curiosa y atenta preguntarle cuestiones sobre astrología o numerología ). Lo cierto es que la pasión que Hele pone en esos caminos que transita aviva el fuego de nuestros encuentros y nos despabila sobre ciertas características de nuestra personalidad. Cuando esto sucede se generan discusiones más que interesantes entre Helena, Donna y Merin, nuestra abogada, muy afecta a la astrología, de hecho años anteriores tomó algunos cursos. Por mi parte he podido sacar provechos inesperados, las idas y venidas de estos temas, la observación de imágenes extrañas (provenientes de incas, mayas y otras culturas precolombinas) para mi mente europeizada, las discusiones planteadas, generaron diseños innovadores que fueron muy bien recibidos. Hoy sé que mis camisolas andan por el mundo y bien merecido lo tengo, trabajé denodadamente para ello, sólo me basta recordar lo que me demoré en la elección de la tela para las colecciones de los últimos años. Me había quedado trabada, después de descartar otros tipos, entre la popelina de algodón, que es una tela con un delicado efecto acordonado en la superficie y una alta densidad de hilos que le otorga suavidad y elegancia y el algodón batiste, así nombrado por Jean Batiste, un tejedor francés, finalmente me decidí por esta última, es una hermosa muselina mercerizada liviana y brillante, perfecta para los meses de verano. Estuve, lo recuerdo bien, tres semanas con los modelos de una y otra tela, usando las prendas confeccionadas en mi casa, para observar con detenimiento el grado de arruga que se formaba con el uso y la resistencia a la transpiración. Donna y Merin también me ayudaron en esa etapa experimental. Los diseños de guardas e imágenes alusivas a la cultura maya que podían sólo tomar el hombro, una manga, parte del cuello o aparecer en un pequeño rincón de la parte trasera fue más rápido. Helena me proporcionó material suficiente para leer sobre el calendario sagrado Tzolkin y los sellos solares mayas.
¿Cómo no aceptar cuando se autotitula madrina de la Colección Maya de Annabella Gimpel? Por todo ello reconozco que el grupo, nuestro grupo, es un verdadero privilegio que la vida nos otorgó, sin duda alguna la savia, que nos induce al deseo de hacernos un poco más sabias cada día.
Volví a mí. Mis pensamientos se alejaron casi al mismo tiempo que se completaba nuestro grupo con una asistencia perfecta. Las vi llegar, una por la puerta del frente
(Ingrid ) y otra por la lateral ( Merin).
Otra vez y por un breve espacio de tiempo me colgué, preguntándome si ambas puertas abrían en el mismo sentido, yo solía entrar por una o por otra.
-¡Annabella!
- Sí, perdón, estaba colgada.
Vi a Donna mirarme. En el fondo de sus manos abiertas, en medio de los espacios que quedaban entre sus dedos tocando piano sobre su frente, encontré sus ojos inquisidores que se movían incesantes, su cuerpo rígido y sus codos apoyados sobre la mesa apretaban descuidadamente una servilleta de papel
- Felipe quiere saber qué tomamos cada una.
Hizo un silencio y agregó:
- ya todas pedimos.
- Ah, sí, un tostado de queso y tomate y una cola ligh, gracias.
Helena par aligerar el frío que corría, dijo, mirando a Donna.
- Bueno ¿Cómo va todo?
- Les diré que estoy mejor, un poquito más animada, Merin e Ingrid creo que no lo
saben …mi hija Magali está embarazada.
- ¿Cómo? ( dijo Ingrid).
- ¿A vos te parece que esa es una pregunta? (alcancé a decirle antes de que Donna perdiera los estribos).
- ¡No! Perdón quise decir que me quedé con la boca abierta.
- Aprovechá y comé una masita (le acerqué el plato mientras miré a Donna como para que continuara).
- Han hablado los dos con Mauricio que, entre paréntesis, se la bancó como un señor, yo tenía miedo, pero veo que este hombre está sin dudas más preparado que yo para hacer frente a todo esto.
Para mí fue muy sorpresivo y me siento bastante tonta diciéndolo.
¿Cómo no lo pensé? Maga hace un año que sale con Fernando ¿qué pensé?
- Vos sabías que ellos ya tienen relaciones…
- Sí Ingrid, pero como habíamos hablado sobre el asunto, la acompañé a la ginecóloga y estaba tomando las pastillas, consideré… bueno lo que consideré no salió…
Helena la miró con ternura y usando su voz tenue le dijo.
- Desde que el mundo es mundo sabemos que no hay ningún método que cubra totalmente, hay muchas razones por las cuales se puede ocasionar la falla.
- Ese es el tema, ¿hay falla? (dijo Donna con una voz casi imperceptible).
- No empecemos con el tema de que inconcientemente buscan algo a través de este embarazo.
- Bueno Ingrid, vos sabés bien en que cosas creo, qué cosas pienso… No estudié y ejerzo simplemente porque sí, me pregunto que ha hecho que esta chica , sabiendo mi historia, conociendo la historia de Myrhiam haya quedado atrapada en un embarazo apenas está comenzando su etapa universitaria y sabés ¿Qué? Por ahora no encuentro ninguna respuesta.
El volumen de la voz de Donna había ido en ascenso sostenido. La miré y atiné a decirle con voz calmada al estilo Hele.
- No incidís, seguramente tanto sobre los demás como crees, cada uno hacemos
nuestra historia. Maga tiene sobre sí años de terapia, será lo que tiene que ser.
Ellos están bien, Mauricio y los padres de Fernando aceptan de buen grado la
situación es una vida que crece. Si hubiera que contemplar otra alternativa algo te
hubieran sugerido.
- No, no lo sugirieron. Yo misma me cuidé de entrar en esa variable porque vi que
no había ninguna posibilidad.
- ¿Vos hubieras preferido una interrupción de embarazo? (preguntó Myrhiam)
- No sé, es muy difícil armar otro proyecto cuando todo hacía suponer que ella había encontrado su vocación y además le fue tan bien en las seis materias del Ciclo Básico. Con las puertas abiertas de la facultad de medicina va a estar entre pañales y chupetes, no me resulta muy alentador a mí como madre. ¡Ella es muy joven! Pero bueno ya sabemos que lo que yo piense tiene valor relativo, mañana domingo nos reunimos en casa con los padres de Fernando. Los conocemos de vista ya que los vimos sólo una vez ¿se acuerdan, cuando la última Semana Santa nos cruzamos en Mar del Plata?
Contestamos en coro un sí rotundo y Mirhiam agregó con una sonrisa distendida
- Bueno, parece que Valentín no va a ser él único nietito por mucho tiempo más para los Vega Ricciardi y ahora que tenemos acomodado lo de Magali, te pregunto, decime Annabella ¿cómo van las cosas con Pedro?
- ¿El déspota ilustrado, el zar Pedro I, aquel que era extremadamente cruel,
resuelto, obstinado y desconsiderado?
- No ése no, te hablo de Pedro Nogués.
- Ah, ¿Ese? …bueno te diré Mirhiam, mejor dicho, les diré a todas no me aguanto cuando se pone posesivo. Me tiene harta.
- Otra vez con la misma historieta, ya habíamos llegado a la conclusión de que es una postura que a él lo hace sentir más seguro.
- Pero yo no me lo banco. Ni a él ni a su postura. Que dale con chiquita mía, ya lo repitió varias veces, hoy por teléfono me dijo, pequeña y no lo dejé avanzar porque sé como sigue…
- ¿Cómo?(preguntó Myrhiam mientras terminaba el último sorbo de su gaseosa)
Me quedé callada pero Donna agregó:
- Pequeña rosa, rosa pequeña, a veces, diminuta y desnuda,
- ¡Basta! -grité, turbada y molesta
Lo que pasa chicas (dijo Donna ) es que no sé qué rara atracción tiene la Bella para engancharse con los que saben los versos del capitán. Y bueno eso la pone loca porque recuerda otras épocas. Porqué no se lo decís al zar, él sabe lo que vos viviste con Juan.
- No tengo ganas ahora de entrar en tema.
- Bueno, bueno, las cosas están peor de lo que suponíamos.
Ahora Donna se arrogaba hablar en plural. Las miré una a una y encontré un acuerdo tácito entre todas ellas. Parece que habían vuelto a tocar mi talón de Aquiles que se parecía más a una herida abierta y sangrante que el punto flaco o débil de una persona. De todos modos me sentía sumamente vulnerable en muchas situaciones que vivía con Pedro. Era mi vida toda la que no pudo sumergirse en las aguas sagradas de la aceptación y la renuncia. Aún cuando Pedro me habla, se acerca, me mima, yo no puedo conectarme, lo siento como un Paris clavándome flechas de muerte.
- ¿Qué estás pensando?
- En la Ilíada.
- ¿Qué?
- Nada, nada… Necesito tiempo. La Bermúdez llega el 10 de febrero. Tendré que ver algunas cosas.
- ¿La Bermúdez es Loretta?( preguntó Ingrid).
- Sí, es La Lic Loretta Bermúdez, mi terapeuta.
- Perdón, sabemos que se llama Loretta pero no conocíamos el apellido.
Evidentemente el tono que Ingrid usó me mostraba un bloque de mujeres unidas en una irritación fastidiosa.
- Bueno chicas, hasta acá para mí. Son las ocho y cuarto me voy a cambiar y a cenar.
- ¿Con el susodicho? (insistió Ingrid menos irritada).
- No sé.
- ¿Venís a casa a bañarte? (me dijo Donna con tono contenedor).
- Ustedes ya me dieron un buen baño.
- A vos te hace falta un baño de agua fría ( Merin, nunca se las calla).
- Mirá justito, agua fría tengo un montón...
- Annabella no es para tanto (adjuntó Helena) me parece que es más todo lo que vos pensaste en este rato.
¡Touchée! Inexorablemente tocada por todos los costados. Helena siempre tiene a mano su bola de cristal.
- Bueno chicas me ne vado, ciao.

CONTINUARA