miércoles, 14 de enero de 2009

Capítulo 2

Nota enlace: Me complace continuar la publicacion virtual de mi novela "Entre sabores y sinsabores". En el archivo que aparece a la izquierda de su pantalla se irá configurando el detalle de la estructura completa de la obra. Se sugiere al lector seguir el orden cronológico que presenta el archivo.




Un adolescente de 18 años fue asesinado hoy a balazos al salir de su casa del barrio “El estruendo” en el partido de Lanús. El chico se dirigía a su trabajo y fue asaltado por dos jóvenes que le dispararon a corta distancia.

Otra vez, otro despertar horripilante, enojarme conmigo misma ya no me alcanzaba, algo significaba la persistente golpiza de cada día.
Juan volvió a mi cabeza y a mi corazón ¿Por qué negarlo? Acepté ante mí, aunque nunca lo había hecho ante él, que los eventos, transmitidos por los medios de información, se transforman en un espectáculo, que nos daña, nos invade, nos penetra y trae aparejado cambios en nuestras conductas cotidianas. Ya la ola de violencia nos muestra no sólo lo que acontece en nuestro barrio o país, sino todo aquello que sucede a distancias inimaginables. Efecto negativo en grado superlativo, según Juan, que nos intoxica. Sufrimos por lo nuestro, por los de Venezuela, España, Irán, en fin sufrimos accidentes, bombas, violaciones, robos, raptos, suicidios, todos los impactos que se nos ocurran están allí en la radio que encendemos en nuestro auto, en las pantallas de nuestro televisor y ordenador, en una continua actualización que revela que esa catarata de sucesos arman escenarios catastróficos interminables. Chicos que mueren y el mundo entero lo sabe y los busca, ¿Padres asesinos? o ¿Quién?, Verdades, ficciones, exageraciones, testimonios, relatos, opiniones de familiares, abogados de víctimas y victimarios. La sangre que se convierte en tinta, tinta roja, ojo que no es el tango, sangre tinta que corre para cada hecho que nos lo cuentan una y otra vez en múltiples bis que hacen ecos inacabables y que se repiten infinitamente. Ya no distinguimos entre la realidad y la ficción, se crean climas de opinión plenos de incertidumbre y miedo hacia los tiempos por venir. ¡Pero, estoy hablando como Juan! Cuando me decía lo del tango, tinta roja, me ponía loca.
Si hubiéramos estado juntos en este momento me hubiera dicho si hasta Calamaro lo canta:

“Un amigo sale poco de su casa, tiene razón, allá afuera todo el mundo va armado…”

Entonces, la asaltada le efectuó un balazo que le dio en el pecho y le provocó la muerte en el acto.
Me levanté como una saeta, salí disparada y apagué el televisor manualmente, no me importó que se desprogramara, justamente ése era mi objetivo! Sonreí victoriosa. No me interesaba en ese momento saber dónde estaba el odioso control remoto, seguro que donde siempre, pero yo, yo estaba en otro punto, en otra decisión.

Jugo de pomelo y antiage en mano me acompañaron en una nueva programación para mis despertares. Seleccioné Adiemus y Celtic Rain, ambas melodías conforman 8:36 minutos de bella música que preparan sabiamente a la guerrera que hay en mí para el viaje cotidiano.
Estaba contenta, atrás había quedado no sólo el sabor dulce sino también el sabor amargo de la noche vivida con Pedro.
Muchas veces terminábamos así y después volvíamos a intentar.
"-¿Qué? ¿Qué? ¿Qué intentan? "me preguntó Donna a los gritos tantas veces. Yo no sabía muy bien qué responderle, pero Pedro puede conmigo, es paciente, tolera mis excentricidades y él me gusta, me hace sentir bien, por lo menos en muchos momentos. Después la cosa suele encarajinarse, ni los masajes de Doris me preparaban suficientemente para atravesar incolume la expectativa de mi compañero y todo se va para atrás; él quiere más y yo quiero, sí! pero hasta un límite. El tema de alguna manera se repite, es el tema de mi vida. No estoy dispuesta a compartir mi baño, mi cama, ni siquiera mi control remoto que ya empezaba a mirar nuevamente con buenos ojos.

Sé que con Pedro la cosa no es tan difícil de manejar. Me repito incansablemente que es cariñoso, dedicado, complaciente, pero siempre concluyo dolorosamente que no lo amo. Cuando pienso en esto me siento una malvada, pero es así. A Juan lo amo y lo amaré. Por siempre…Con Juan fue distinto… Sin embargo, aún con Juan, a pesar de tener un sentimiento tan fuerte, tan profundo no estuve dispuesta a hacer concesiones, para mejor decir, no estuve dispuesta a hacer una concesión en particular, en ese entonces, se me imponía pelear y defender a ultranza mis posesiones y tener el control, no me refiero al remoto, sino al de natalidad. Y esa pelea la gané perdiéndolo. Bueno alguno tenía que perder, en verdad yo perdí.

Un sentimiento dulce viene hacia mí…

El vencedor recibió de la vida un hermoso trofeo de pelo rubio como el sol y ojos color miel. Valió la pena. ¿Valió? Pregunta que viene hacia mí muchas veces desde aquel día en septiembre pasado cuando, al terminar una de nuestras reuniones ENTRE6, se acercó Ingrid y me dijo que su amiga María se había topado con Juan y su mujer en la sala de espera del pediatra. Enmudecí, me fui con la cabeza como un zapallo gigante lleno de sensaciones.
- Te lo digo porque prefiero que lo sepas por mí, ya sufriste bastante ( me abrazó )
- Sí, está bien, lo sé, lo imaginé tantas veces, ahora sé que es verdad, es un desgarro pero necesario, todavía no encuentro la forma de dejar de morir de amor, y sabés me muero un poco cada día. Es una bendición tenerlas a ustedes junto a mí, a Loretta que me acompaña hace tantos años y ejercer este trabajo que elegí, que renueva mis fuerzas, me estimula, me saca del pozo donde me veo muchas veces.
La besé con gran afecto sabía que me estaba protegiendo y que todas las ENTRE6, si bien tenemos el don de contener, el punto de partida siempre es la verdad de lo que ocurre, no hay miramientos como dice Helena, lo que es es, y entonces, veámoslo y elaboremos para posicionarnos mejor ante lo que nos toca vivir.
Me fui, cabisbaja, recordando pedazos de una canción que no dejaba de sonar en mi interior y que Charles cantaba para mí en los momentos de mayor desolación.

“Un mundo cruel me ha condenado, sin compasión me ha sentenciado, en cambio
no siento temor, morir de amor Morir de amor es morir solo en la oscuridad cara a cara con la soledad sin poder implorar clemencia ni piedad, tú eres la luz y en mí anochece .Con frente alta y firme paso he de vencer este fracaso disimulando mi dolor morir de amor”.



Cuando aquel día hablé con Donna y le conté me dijo:
- bueno ya están todas las cartas de este juego más claras, ya sabés.
- Y entonces, escuchá la letra de la canción, llorá y dale fin. Acordate lo que te
conté un día sobre lo que dijo Dostoievski ¿te acordás?
- No
- Bueno te repito él dijo “No hay nada más difícil de soportar que una serie de días buenos”.
- ¿Y entonces?
- Eso que te dije, hacele un lugar a los días nublados, ya vas a ver de nuevo el sol
y escuchá lo que canta Miguel Bose todas las veces que lo necesites
- No es Morir de amor de Bose es la que canta Charles Aznavour.
- Bueno, la indicación es la misma, si querés voy a tu casa y la escuchamos juntas, te sugiero que
le lleves la letra a Loretta y la trabajes.

Y así lo hice. Aumenté de común acuerdo con mi terapeuta la frecuencia de sesiones, para trabajar más a fondo muchos pasajes de mi vida que hasta ese momento sólo los había enunciado. Recorrí con Loretta mis sentimientos, mis pesares, mi modo de vincularme, revisé los planes que tenía en mi cabeza desde antes de conocer a Juan, mi vida sola, desde la muerte de mis padres; más tarde mi vida con Juan, acompañada, compartiendo, es decir, una serie de asuntos que procesados devinieron distintos, armaron nuevos entramados y fue así que después de algunos meses empecé a darme cuenta de que podía vivir de amor. Algo me había sucedido, fue eso, como un darme cuenta… los pensamientos iban y venían y hoy me sigo preguntando cómo empezó a surgir en mí una Annabella amante, vital, sin expectativas de ningún tipo, recibiendo lo que viene dado, viviendo el amor desde lejos, no como la Rosita de Lorca, que vivía una ilusión vana, en medio de desengaños, promesas incumplidas y frustraciones. Juan nunca se comprometió a vivir una vida sin hijos, jugó siempre con las cartas abiertas, si bien sabía mi posición cuando la reconfirmó indeclinable entonces se alejó.
Cuando ya no estuvo junto a mí cada mañana, la tristeza me embargó y si bien las lágrimas no fueron tantas me sentí literalmente atravesada por un dolor indescriptible en el pecho, la cabeza cansada de tanto pensar y un cuerpo que ya no sentía. Entonces me pregunté por qué inmolarme, sufrir, avinagrarme aún desde la distancia podría seguir amándolo, desde mis risas, con mis recuerdos, lejos de Juan, pero amándolo, por siempre, eso no me lo podía impedir nadie.

Esa mañana iba a trabajar "at- home", tenía un sinnúmero de averiguaciones que hacer necesitaba recopilar información para diseñar en cuero, esto significaba trabajar con materiales nuevos, hilos especiales, ver con detenimiento el asunto de los moldes, la inversión económica, debía observarla con detenimiento, ya que sería mayor de la que había sido hasta el momento. En fin, me esperaba un trabajo de ardua investigación, mi consigna es ser cuidadosa, nunca emprendí nada nuevo sin probarlo suficientemente, las chicas suelen hacerme bromas por mis características obsesivas.
- Deberías trabajar en seguridad.
Siempre me río pero sigo firme, meticulosa, autoexigente.


La tarde siguió su ruta predelineada, después de terminar de hacer unos llamados y enviar unos mails me preparé para salir. Llovía. Mientras caminaba con paso ligero hacia las cocheras, mis pies serpenteaban para evadir los pequeños charcos y en mi cabeza revoloteaban pensamientos: el paraguas nuevo, acomodado prolijamente desde el invierno pasado en el baúl del Megane, junto a las reposeras y las sillas de camping sería un buen aliado protector.Recuerdo que cuando lo compré, estaba tomando un café con Myrhiam en el shopping de Luis María Campos y se largó una lluvia descomunal, las dos nos compramos sendos paraguas, yo elegí el negro, la vendedora, que más hubiera valido no agregara nada, habló más de la cuenta:
- Es unisex, fíjese, un modelo con mango simple y negro.
Sólo la miré sin dejar de preguntarme para qué había agregado todo eso, ya la compra había sido decidida y qué sabía la mocosa de mi vida, de mi casa, con quién vivo, si soy lesbiana, estoy sola o acompañada. Debí quedarme mirándola.
- ¡Eh! ya pagué, ¿viste que bueno que está ese conjunto de pantalón y campera?

Me lo tuvo que repetir tres veces.

- Ah... sí, muy lindo
- Lo pagué con la tarjeta mía después arreglamos, vamos.

Dejé mis elucubraciones y volví a mí .

Abrí el baúl ahí estaba mi paraguas unisex, sonreí y me sentí hacer un “no me importa” con los hombros, claro que me importa. Dejé las carpetas que me había pedido José Luis, mi contador y mi cartera italiana, diseño exclusivo, más bien se podría decir exclusivísimo dado los euros que tuve que desembolsar, no tenía ganas de perderla en manos de algún amante de lo ajeno, además llevaba otros papeles de importancia. Este asunto de dejar la cartera en el baúl se había vuelto de uso corriente entre las mujeres, que hacían circular la información de sus desventuras en una Buenos Aires acechante y peligrosa. Este nuevo hábito era y es todavía una suerte de semiprotección ante los robos frecuentes. Hele, Ingrid y yo misma no vimos en medio de vidrios rotos, grandes sustos, ladrones en moto, escapatorias frente a nuestros ojos anonadados y con el corazón latiendo a mil. Nuestra ciudad nos presenta hoy, en medio de un paisaje pujante, con construcciones por doquier, seres humanos que arrebataban a otros seres.

Viene a mi memoria la letra que canta Serrat cuando que dice
“aquellos cachorros de buenas personas, que hurtaban flores para regalar a su mamá y daban de comer a las palomas”
¿Son ellos los que nos despojan? llevándose no sólo algún dinero sino documentos y pequeños objetos amados que solemos tener entre nuestras banalidades.

La que había llevado la peor parte de estas situaciones de despojo fue Ingrid, no era la primera vez que la vida le daba un sacudón, lo cierto es que, mientras hacía una maniobra para salir de un estacionamiento giró su cabeza hacia la derecha en el preciso instante en que con piedra en mano hicieron estallar el vidrio de la ventana para tomar su bolso y huir. Resultado, heridas varias en cara y cuello. Afortunadamente hoy está recuperada y sólo quedó una pequeña marca debajo de su ceja izquierda, no puedo decir lo mismo de las secuelas internas que según Donna tomaron la forma de un trastorno de estrés agudo que la mantuvo encerrada en su casa las tres semanas siguientes, y al decir de nuestra amiga profesional en la materia, si bien se parece en un primer momento al estrés postraumático el tiempo del padecimiento marca la diferencia.

A las cuatro me despedí de mi contador y me encontré con Merin, mi amiga taurina como suelo decirle, ella es de visión amplia, con gran practicidad, activa e inteligente. Nos gusta compartir espacios de conversación y esa tarde decidimos tomar la merienda en su casa.
- Hola, pasá.
- ¿Cómo estás? ¿Y Franchu?
- Está con un poco de temperatura, creo que es una gastroenterocolitis.
- Y entonces, ¿Qué se hace?
- Dieta, mucha agua, lo voy a observar y según… llamó al médico.
- Ah, ¿puedo verlo?
- Hola Tía Belu. ¿Me trajiste algo?
- Sí, pero lo vamos a guardar para cuando lo puedas comer. Te propongo charlar un poco o hacer un dibujo porque bailar twist no podemos ( le guiñé un ojo).
- Papá me dice que bailás cuando jugás al golf.
- No exactamente, la tía Belu te va a llevar un día al campo de golf y te voy a mostrar.
Abrió los ojos grandes y me dijo varios sí moviendo su cabeza, en tanto asomaron todos sus dientes, bah, es una forma de decir, algunos estaban con ausencia justificada por renovación.
- ¿Qué hacemos ahora?
- No sé. decime vos.
- ¿Querés que juguemos al crucigrama? con Helena a veces juego.
- Bueno.
Mientras abría la caja y sacaba las fichas y el tablero me preguntó si recordaba cuánto nos divertíamos en el parque, cuando íbamos a los juegos y a la calesita.
- ¿Te acordás tía Bella de Nerón?
- ¿ Nerón?
Busqué inmediatamente en mi archivo mental, no arrojaba ningún dato al respecto. ¿Cómo podía olvidarme de ese nombre? Me detuve, me adentraba más. Exploraba en mí cuando la voz de Franchu volvió a sonar
- ¡Sí! tenía un nombre más largo pero el tío…Bueno, nada, nada, no sé si querés hablar de eso…
- Por supuesto que quiero hablar… dejá que me acuerde…era … si – me reí- Nerópulus, el calesitero griego.
- Sí, ése que me daba la sortija.
- Bueno muchas veces te la ganabas
- El tío Juan me había enseñado cómo hacerlo y yo lo sorprendía a Nerón y se la sacaba… ( sonriendo).
- Sí, me acuerdo, de la música y los colores, y un amiguito que siempre encontrábamos con su
hermanita…
- y del caballito que después no estuvo más, se enfermó… ( triste). ¿Decime tía estoy muy
grande para ir a la calesita? Porque mamá a veces me dice que soy grande y otras veces me
dice que soy chico.
- No, Franchu -le acaricié los cabellos- no sos tan grande como para no ir, si querés te puedo
llevar, apenas estés bien le pedimos permiso a tus padres y vamos.
- ¿Nosotros dos solos?
- Sí, nosotros dos. (no quise agregar nada más, estaba bueno hablar pero no tanto, mis propias
encrucijadas aún me mortificaban).

Comenzamos a jugar, a formar palabras, a cruzarlas, siguiendo las instrucciones del manual. Mi mente, siempre saltarina, iba de acá para allá, en medio de los cruces afloraban partes de mi vida con Juan que si bien estaban muy guardadas dentro de mí, los cerrojos que había puesto no podían impedir que algún intruso inocente lleno de afecto, entrara y hurgara en recuerdos que no sólo me pertenecían.
El tiovivo, como llamaba mi padre a la calesita, me traía no sólo los recuerdos de los paseos que hacíamos con Francisco chiquito sino los de mi infancia; me recuerdo caminando de la mano de mi padre, mirando las hojas de los árboles, las flores, las palabras de los carteles que leí primero balbuceando y luego de corrido, los hermosos colores del gran parque, parque que luego con los años cobró una dimensión reducida a aquella que internalicé de pequeña…
- Foto... ¡tía mirá! Es una linda palabra… me gusta mirar las fotos de cuando era chiquito y
estaba con mamá y papá y vos y Juan; hay una que estoy con la abuela Luisa y tiro con una
cuerda larga un camión que me regalaste.
- Sí ¿rojo?
Recordé que lo habíamos comprado con Juan en una feria, ese mismo día habíamos elegido un hermoso juego de manteles y servilletas que también tenían un ribete rojo, aún los conservo…guardados, encerrados en algún lugar… ¡Cuánto tiempo sin recordar esa mantelería que quedó asociada al juguete de Franchu.
- Sí ( movía su cabeza asintiendo y contento porque me acordaba).
- Galope, es una palabra larga, vale muchos puntos, ves…
Seguimos jugando, acordando por momentos, desacordando en otros, había que estar atenta, Franchu en varios pases devenía inventor de palabras…

A mi mente seguían llegando recuerdos, era como si reabriera un enorme buzón de cartas lejanas que me recontaban mi vida.

El Nerón de mi niñez era Tito, un calesitero cariñoso que siempre hablaba con papá mientras yo disfrutaba de mis fantasías, en las cuales, a veces era una amazonas cabalgando en un hermoso ejemplar que subiendo y bajando iba hacia lugares desconocidos, otras veces, era una campesina fuerte que manejando un tractor araba la tierra o una dama elegante, que sentada en un hermoso coche iba a una celebración muy especial en un castillo; la fantasía que más me gustaba era la de ser piloto de aviación, el problema que tenía en ese caso era que, el pequeño transporte que simulaba andar por los aires, estaba muy alejado del borde externo de la calesita, lo cual me impedía tener la chance de ganar la sortija con el consiguiente premio de una vuelta gratis. Papá siempre me decía que en la vida hay que elegir, no podemos tener la chancha y los veinte. ¡Qué manera rara de decirlo! Me costaba entenderlo, pero luego, con su enorme disposición para explicarme, mis ideas se fueron aclarando en un proceso enriquecedor dando lugar a aprendizajes que aún siguen vigentes.

Un día, dolorosamente y a una edad difícil para cualquier postergación me vi obligada a dejar para otra oportunidad el goce de mi vuelta gratis, que siempre me resultaba más hermosa, atrayente y fascinante que todas las vueltas pagadas por mi padre. Habíamos salido de casa los tres, la pequeña familia, como solíamos llamarnos. Y ahí íbamos, canturreando suave. Caminábamos lentamente. Papá en el medio, con su brazo izquierdo rodeando la cintura de mi madre y con su mano derecha apretando la mía del corazón. Mamá con su falda negra y su blusa rosa avanzando un poco distraída y yo con mi vestido celeste y mis trenzas recién hechas, así, lo recuerdo bien, como una imagen en movimiento tatuada dentro de mi ser; así entramos orgullosos al parque. Despaciosamente nos acercamos al carrusel, saludamos a Tito, mamá se sentó en los bancos donde se sentaban todas las mamás. ¡Me gustó tanto verla allí!… Era mi primera vuelta del día en ese enorme plato que me trasladaba a mis ensoñaciones, había elegido a Chanchurri, así había bautizado al cerdo que con una cara redonda, ojos grandes, orejas erguidas y hocico rojo, solía darme buena suerte y no me falló. Gané mi primera sortija.

Es una imagen perfectamente grabada en mí: Tito parado con una bocha de madera e insertada en ella la sortija anhelada, mi mano extendida, sudorosa, nerviosa y deseante, algo del éxito se jugaba en mis pensamientos, los deseos de que mi padre viera que podía obtener algo por mí y para mí.
Con el correr de los minutos supe que sería la única vuelta de ese día, coronado además, por el enorme displacer de escuchar llorar a mi madre, que, por alguna razón inentendible para mí, gritaba por lo bajo y lloraba tomándose la cabeza con las manos. A pesar de mis ruegos para no perder mi vuelta trofeo, aún con lágrimas bien argumentadas, nos tuvimos que ir. La frustración fue enorme y no aminoró a pesar de las palabras de Tito
-La próxima usás la vuelta del premio, no llores.
Me pregunté durante muchos días porque no se lo había reprochado a mi madre… porque no me había enojado con ella, porque no me quejé y sólo sufrí y lloré.

- Estoy esperando tía Belu .Si seguís así te voy a ganar.
Miré el tablero y tomé conciencia de que había jugado en forma automática, mis pensamientos no me impedían colocar palabras, hablar y hasta discutir con el pequeño monstruo que me llevaba una buena diferencia en los puntajes. El niño o bien era un creativo nato o se había tragado el diccionario. No lo tenía claro… pero… yo era una experta en eso de no tener las cosas demasiado claras.
Me ganó. Con un puntaje abismal que podría avergonzar a cualquiera.
Todos los pases los discutí, inútilmente… Terminamos, le di un gran abrazo y un “te felicito”. No sé si era merecido, tal vez Franchu está muy entrenado en las pequeñas tramoyas que aprende de su madre y pone en acción con ingenio, disimulo y buenas mañas, presagio de que en esa pequeña semilla está el árbol frondoso de un abogado de raza.
Mientras me despedía le dije a Merin que me llamara si necesitaba algo.
Me sonrió, asintiendo con un “hasta el sábado... Espero poder ir”.

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domingo, 11 de enero de 2009

Capítulo 1.


Iniciamos la publicación virtual de la novela "Entre sabores y sinsabores". En el archivo que aparece a la izquierda de su pantalla se irá configurando el detalle de la estructura completa de la obra.
Se sugiere al lector seguir el orden cronológico que presenta el archivo.





1- Enero

Corría desenfrenadamente. La oscuridad y el sonido crujiente de la hojarasca me envolvían. Y corría más y más. Por detrás y a un costado
una hoguera crecía desmesuradamente, un ligero aire en movimiento atizaba el fuego que se extendía. ¿Infinitamente? Algunos reflejos brillantes nacían en medio del humo. Buscaba en esa carrera veloz un claro, más bien una cabina telefónica. Juan podría ayudarme, sin duda, es mi amigo, mi mejor amigo ¡Con él había compartido tantas cosas!
Me sentía jadear, el aire que entraba y salía de mí en esa respiración estrepitosa no me alcanzaba, el corazón latía fuerte, casi al punto de estallar y allí la vi, una luz tenue la iluminaba, ya casi tocaba esa bendita cabina que me conectaría con una voz humana “la de mi salvador”,
sólo restaba tomar el auricular y marcar el número. Juan me ayudaría. El siempre está…

Cuando se fue, no volvimos a vernos, sabíamos que para los dos el sufrimiento sería mayúsculo, insoportable, sin embargo sus últimas palabras fueron muy contundentes y creo en ellas, aún hoy, a pesar de los caminos que la vida tomó para cada uno de nosotros.

- Si alguna vez me necesitás, no importa cuándo, ni en qué condiciones me encuentre, mientras viva seré tu amigo incondicional, voy a estar a tu lado aún desde lejos.

A la hora 8 el viento sopla a una velocidad de 5.1 metros por segundo. La temperatura es de 17 ° C, con un punto de rocío de 15 ° C. La sensación térmica es de 19 ° C. La presión atmosférica es de…”

Abrí los ojos y los volví a cerrar. Me pregunté una vez más porque no programaba ese maldito aparato para despertarme escuchando a Enya. No obtuve ninguna explicación pero bastó esa fracción de segundos de abrir y cerrar los ojos para volver a mí y al hacerlo encontré a una Annabella ácida, taquicárdica, sudorosa, molesta, con un humor de lunes, aunque fuera … ¡Sí! Era miércoles, de eso estaba segura... Algunos dirían, justamente, un humor de mier… Pero yo no soy así, en general tengo un modo optimista de llevar la vida, al menos eso dicen mis amigas, las que me conocen bien y me ven regularmente después del mediodía.

“La humedad relativa es del 47.8%. En cuanto a la nubosidad, sin nubes por debajo de 1500 metros y sin presencia de cumulonimbos. La visibilidad global es mayor de 10 kilómetros.”

Busqué el control remoto, había quedado entre las sábanas, entremetido debajo de una de las almohadas .Conseguí enmudecer esa voz espantosa que me hablaba de humedad, cumulonimbos y otras pamplinas sobre la visibilidad global.
Asociando palabras, recordé cuan recurrentemente había discutido con Juan años atrás sobre el mundo global que nos toca vivir.
Unos segundos después logré el objetivo: imagen y voz habían desaparecido. Me sentí mejor haciéndome la firme promesa de poner remedio a esa tortura y acabar con el autocastigo matutino que me prodigaba en estrecha complicidad con TN.
Me acomodé en la cama y revisé en mi memoria prospectiva las ocupaciones del día que se iniciaba cuando repentinamente, sonó el primer acorde que anunció un mensaje de texto…Con un ojo medio abierto vi mi celular sin su funda sobre el pequeño mueble, cerca del espejo, depositado sin mucho esmero, incorporando el flujo del nutritivo 220 y alineado junto con las cremas de hidratación, la exfoliante, la tonificante, la antiage nocturna que me había olvidado poner la noche anterior, y por supuesto, la antiage día que me esperaba implacable. Cerré el ojo curioso y pegoteado y pude sentir mi cuerpo.. pesado, me estiré un poco, la ciatalgia de mi pierna derecha denotaba su presencia, recordé a mi amiga Hele quien con un tono entre genuino y burlón insiste en que la vida es así…


-Las molestias de nuestro envase, el cuerpo, nos acompañan, con mayor o menor intensidad
.

- Si tenés más de cuarenta años y te despertás en la mañana sin que te duela nada estás muerta!

Me parecía una aseveración muy fuerte, sobre todo la escuchaba exagerada desde que había adicionado varios años a mi cuarta década. Helena suele confortarme hablándome del alma, me explica que en ella encontramos a los instintos, a nuestros sentimientos y a todas las emociones que emanan de cada uno de nosotros, el espíritu por otra parte es, según mi amiga, representante de nuestra luz, racionalidad, fuerza, sabiduría, amor… nuestra potencia, una buena medida entre la omnipotencia y la impotencia. Siempre concluye su pequeña disertación diciendo que el alma es la conciencia del hombre y el espíritu ejerce una jefatura sobre el alma y la materia ¿Será así? ¿Entiendo lo que me dice?

Me sentí sacudir la cabeza, es un movimiento análogo a dar vuelta la página del libro de mis pensares y en ese viraje vinieron a mi mente otras escenas.

La noche anterior había sido ajetreada, Ingrid, nuestra “inge”, una capricorniana de pura cepa cumplió sus treinta y ocho y optó por festejar, a pesar de nuestras quejas, ese mismo día martes con cena y baile en un boliche, argumentando que los que están en enero en Buenos Aires vacacionan también.
Me sentía un poco atontada, pero sobrevivía y me esperaba un día “completito”. Un segundo mensaje de texto se anunció.
Sentí nuevamente la incomodidad, aún no estaba lista para comenzar “mis combates”. Juan volvió a mi cabeza y otra vez por vía asociativa, me llegaban oleadas de recuerdos. Su rostro, su manera de andar, su voz, sus palabras. Solía decirme poemas, recuerdo uno muy hermoso de Pablo Neruda que recitaba con voz fuerte y segura al irse en las mañanas mientras yo seguía remolona, acariciando las sábanas,

- Adorada, me voy a mis combates. Arañaré la tierra para hacerte una cueva y allí tu Capitán te esperará con flores en el lecho.

Aún resuena, el eco de su voz me impregna siempre…

Entorné los párpados y recordé mi sueño, la corrida, la búsqueda de un teléfono, el fuego inextinguible, el deseo de contactar con Juan, un sueño que volvía una y otra vez; imágenes oscuras me poblaban en forma insistente, angustiante, en las cuales perseveraba la promesa de que Juan vivía en mí, allí, como dijera un día Donna “en la otra escena, él está”.

En mi vida de vigilia sé que Juan está y sé también que si tuviera algún problema podría acudir a él, pero el Juan de hoy es distinto, ya no está solo. Alcanzó su anhelo de estabilizarse y formar una familia. Un ideal ambicionado y cumplido. Sé que él hubiera deseado que fuera conmigo, pero yo no pude.

Volví a entrecerrar los ojos, esta vez sentí en el gesto una mezcla de ¡qué vas a hacer, es así!

Comencé el memo repaso: A las 10:30 reunión con Patricia Santo, Pato como la llaman sus amigos y enemigos, no le hace honor a su apellido. De santa no tiene nada, más bien lo tiene todo de diábola, nombre interpretoriano con el que la hemos bautizado en nuestros momentos de habladurías trajinadas las que conformamos el grupo Entre6. Patricia se encarga de exportar los diseños de mi colección, una variada producción de artículos de vestimenta femenina que desarrollo desde hace once años. Nos encontramos en la vida golfista, aproximadamente hace cinco años, cuando Juan terminó conmigo o yo terminé con él, nunca supimos bien. Mis amigas, por esos días, me orientaron a que hiciera algún deporte tranquilo, que alivianara mi cabeza, que soltara mi cuerpo de una manera calmada, argumentaban que mi vida era demasiado tormentosa y la cuñada de Marina, Renata, golfista desde la etapa en que deambulaba con un chupete a cuestas, me introdujo en ese mundo que hasta hoy me sigue cautivando. Fue así como entró La Diábola en mi vida, algunas veces también la apodamos La Vampiro, sobre todo en los días previos de cada temporada de embarque de las mercaderías, momento en que discutimos los porcentajes por su trabajo como exportadora, ahí es donde muestra todos sus dientes y sus colmillos, es una verdadera chupadora, pero debo reconocer que, gracias a sus gestiones, mis diseños han llegado hasta lugares lejanos, jamás soñados por mí.

A las 12:30 Almuerzo con Donna en “el carrusel”, así le decimos a ese pequeño restaurante con pinta europea que frecuentamos desde hace mucho, aunque la última vez que estuvimos allí, solas, ya no lo recuerdo. La falta de tiempo en lo cotidiano nos priva muchas veces de encontrarnos en un íntimo Entre2 tantas veces como quisiéramos.
Donna Ricciardi es una del grupo, una de las Entre6. Nos conocimos hace más de 25 años, solemos reírnos diciendo a todas nuestras amigas que ya cumplimos las bodas de plata.
Cuando la vida propició nuestra intersección en el mundo yo había egresado recientemente del secundario y Donna, que es diez años mayor, ya había entrado y salido de su primer matrimonio, con un hijo en su haber. Un curso de italiano nos acercó y así comenzó nuestra amistad. Desde el comienzo fue para mí un claro modelo de identificación, Donna tiene una personalidad lógica y constructiva, es habilidosa, valiente, a veces intolerante o excesivamente cautelosa, no está dispuesta a dar un paso si no está segura de estudiar a fondo todas las emergencias posibles ¡Así es Donna!

A las 16:00 Sol y agua con Marina que retira a Francisco de la colonia en el mismo club al que pertenecemos y compartimos una merienda en medio de algún chapuzón.
Enero es un mes tranquilo. Si bien durante el año veo bastante a Franchu, mi ahijado, en general desde diciembre y hasta entrar al mes de marzo la frecuencia de los encuentros es mayor. Para su madre es un mes en que quedan a un lado los trámites en Tribunales y la atención en el estudio. Merin como acostumbramos llamarla, es “nuestra abogada” y es la que suele darnos cátedra sobre diversos asuntos: herencias, permisos para viajar con los chicos al exterior, separaciones, divorcios. Cuando abordamos los temas vinculados a las crisis de pareja nos desasna sobre diversos detalles que hay que observar para no terminar acostadas en el momento del reparto, no ya de besos y caricias como en otro tiempo sino de licuadoras, lavarropas, cuentas bancarias y otras cuestiones. Suele agregar con una gran sonrisa “¿Para qué se casaron? ¿Por qué no hacen como yo? Solterita, es la mejor manera para resolver los problemas legales cuando la cosa ya no va más, es la forma por excelencia para evitar un divorcio, no casarse ¡Chicas avívense!” La mayor parte de las veces termina la chanza con dos condimentos: por un lado enuncia una frase burlesca mientras mira a Donna, “ni los psicólogos la tienen tan clara” (nunca sé si lo dice por las tensiones que Donna vivió y aún vive en su propia existencia con ex marido y marido actual conflictivo o por su rol como terapeuta de parejas) y por otro lado nuestra Merin, avecilla de rapiña, dirige hacia mí una guiñada de ojo comprometedora , que me hace cómplice de algo de lo cual ni siquiera estoy segura ¿Qué pienso? ¿Qué quiero? ¡Qué mierda quiero!

Merin también es miembro del grupo desde hace aproximadamente diez años y su llegada a nosotras fue muy particular.

A las 20:00 masajista
A las 23:00 cena con Pedro en “Chez Antoine”

Volví a mí dejando en orden la agenda mental y miré el reloj que ya amenazaba con su aguja menor pasando el ocho y la mayor entre el cinco y el seis. Tomé entre mis manos la antiage, la abrí y comencé a aplicarla, vinieron a mi cabeza algunas de las indicaciones que Naomi, mi cosmiatra, me había dado, no debo estirar la piel de la cara, los movimientos deben de ser ascendentes, para cara y descendentes para el cuello, se deben utilizar las dos manos, dejando el frasco a un lado, el contorno de los ojos con ligeros “toquecitos” para no distender los tejidos… Sentí que era demasiado para mí. Siempre había sido estudiosa y exigente en todos mis emprendimientos pero esto era un exceso. Estaba empezando a pensar que las arrugas son una maravillosa evidencia de nuestra vida, de nuestro paso por el mundo, en fin, volví a mí, algo debía hacer para metabolizar en parte la culpa por no haber hecho la tarea prometida a mi cosmiatra, quien insiste sobre todo en la eficacia de la dosis nocturna porque es (me parece escucharla) “cuando la piel se renueva”. Y entonces me dije, salvemos lo que se pueda, la antiage diurna mostraba una etiqueta con letras doradas que a modo de salvavidas vinieron en mi auxilio y me infundieron seguridad, recordándome las bondades antioxidantes, reafirmantes, revitalizantes, regeneradoras y todos los re que se nos ocurra.
Me sentí mejor.
Caminé sigilosamente hasta la cocina, la construcción de un edificio en el contrafrente de mi casa me mantenía en alerta, dudaba si los cortinados estaban abiertos, no tenía intenciones de toparme con la mirada de alguno de los hombres que andaban colgados por los aires.
Cuando confirmé que las visuales estaban bloqueadas, me dije “No hay moros en la costa” y sintiéndome de maravillas con mi cara y cuello encremados entré a la cocina para preparar el matinal jugo de pomelo que bebí en tanto la tostadora y la cafetera hacían lo suyo.
Me sentí sonreír por haber traído a mi mente la frase “no hay moros en la costa” tan usada por mi padre y que, cuando niña, yo no entendía, hasta que una tarde de verano, tal vez un enero, papá me dijo que los moros eran los árabes que habían estado en España varios siglos hasta que, durante el reinado de los Reyes Católicos, fueron expulsados, me contó que antes de esa resolución, atacaban por sorpresa matando a muchos españoles. Por ello era necesario vigilar todo el tiempo para que el suelo español no fuera invadido y dominado, y, la frase con que se saludaban en el relevo era "no hay moros en la costa", que significa que no existe peligro.
Creo que esa debe haber sido la primera vez en que tomé conciencia de las enormes dificultades que hallaría en mi vida adulta, odié a los españoles por echar a los moros y odié a los moros por matar a los españoles. ¿La vida sería tan difícil? Más tarde y ciertamente con tristeza, lo comprobé.

Abrí la ducha en tanto mi cabeza ordenaba sus pensamientos de cómo vestirme y qué cosas debía llevar ya que no volvería hasta las 22:00 para ducharme nuevamente y volver a salir.
Eché un vistazo al celular que mostraba los pequeños sobrecillos de los dos mensajes recientes, el primero de Pedro.

"Chiquita nos vemos a la noche, te llevo el diseño que te dije, finalmente lo encontré en el consultorio y también las direcciones que me pasó mi hermana ."

Odiaba con toda mi alma que me dijera chiquita.Mido 1,71. Pedro hace caso omiso de mi talla y se refugia en un “te lo digo cariñosamente, sos mi chiquita” .
Con ese tipo de agregado siempre la empeora. Yo no quiero ser de nadie. Las chicas cuando perciben mi escozor me hacen bromas llamándome Leonor, como la protagonista de Señora de Nadie, quien, a pesar de vivir situaciones muy distintas, muestra algunos aspectos a través de los cuales, creo entrever que Leonor y yo nos hemos sentido traicionadas (en mi historia no hubo otra mujer, pero Juan, también en cierto modo me engañó), él sabía que yo nunca querría tener hijos. Sentí como la protagonista de la película que nuestros mundos estaban basados en mentiras.

El segundo mensaje era de lo que quedaba de la cumpleañera, que sin duda vivía la post guerra.

"El morocho de ojos grandes me hizo perder los estribos, todavía estoy un poco mareada por el naufragio que sufrí anoche...pero no me perdí de mí como otras veces ¿Será que a los treinta y ocho estoy más juiciosa?Acaba de irse, me enredé con sus hilos, pero ojo, no perdí nunca el carretel, jajaja ¿Entendés? Me voy a dormir.

Eran casi las diez, me asomé apenas por la ventana que da al contrafrente, corrí uno de los paños del cortinado, quería ver sin ser vista. Un sol esplendoroso lo cubría todo, tomé mis lentes de sol y después de verificar en las pantallas de mi computadora y de mi celular que no había cambios en la agenda del día, di el consabido portazo y comencé el camino hacia las cocheras. Mi humor estaba mejor. Ingrid, con su desparpajo y espontaneidad había puesto un granito de arena para mi sonrisa.
En el trayecto me acompañó el encargado quien corrió para darme el vuelto pendiente de las expensas y sabedor de mis apurones de siempre me puso al corriente de las últimas novedades del edificio haciendo un resumen muy preciso. Finalmente el pobre Nicanor y a fuerza de haberse quedado hablando solo tantas veces había aprendido a usar un pensamiento más sintético y de ese modo no quedarse con gran parte de lo que me quería transmitir. Era un hombre que escuchaba y podía aprender, me había llevado largo tiempo que cambiara su “señorita Annabella”, por un Annabella a secas, pero también lo había logrado .
Mientras pensaba esto sentí brillo en mis ojos y mi sonrisa emergió nuevamente .

-Gracias Nica, hasta la noche.

-Hasta mañana Annabella.

12:35
"-¡Ciao Bella! "
-Ciao Donna ¿Come stai?

Así empezamos siempre, muchas veces agregamos “tenemos que juntarnos y leer en italiano y hablar un poco para repasar y no perderlo”. Son deseos que persisten pero que no encuentran en la cotidianeidad que vivimos un espacio posible .

- Estoy bien, un poco cansada por el ajetreo de anoche, pero la pasamos lindo, Mauricio me dijo que te ve bárbara.

- ¡Ah! mirá, mi amigo Mauricio Vega, observándome, ¡quién lo diría! ¿tal vez preocupado por mí?

- No te burles,sabés que nos importás mucho, para nosotros sos como una hermana.

- Ya lo sé Dulce.

- Ingrid estaba espléndida. Espero que la haya pasado bien.

- Ni lo dudes (sonreí y la miré con ojos grandes y pícaros)

- ¿Qué sabés?

- Ah, no sé si debo…

- ¡Dale! Decime, bien sabés que a ella no le molesta

- Me mensajeó y supe que tuvo una noche movidita con el de la camisita fucsia.
Se ve que estaba repila escribió todas las palabras completas

- ¡Mirala! No pierde el tiempo, el pibe es un bombón. ¿Lo viste?

- Sí, lo vi

- ¿Viste a alguien más?

- No.

- El que estaba en la mesa de al lado, el de la punta, ése con un bigote prolijito y ojos claros, te miraba sin parar cuando saliste a bailar el tema Dile ¡qué ritmo! , ¡qué letra! justa para vos Te la cantaba especialmente Omar.
Y ahí nomás, Donna con su voz poco agraciada, se puso a cantar

“Dile que bailando te conocí. Cuéntale. Dile que esta noche me quieres ver. Cuéntale. Cuéntale que beso mejor que él. Cuéntale que te traigo loca.

- ¡Loca estás vos Donna!

- ¿Lo ubicás o no? ¿ése de remera amarillita? que habló dos o tres veces
por su celular.

- ¿Cuál, el de medias negras con una pequeña bandita verde?

- Ah... No me fijé.

- ¡Claro! está a la vista sólo te faltó eso. ¡Estando con tu marido!
¡una vergüenza! ¡Además no es Omar sino Don Omar!

- ¡Dai, dai! al susodicho lo observé por y para vos, te miraba a rabiar, te
comía con los ojos ¿lo viste?

- En verdad no, sabés que no tengo interés, si quisiera algo me lo busco sola, igual te agradezco Celestina (le hice una reverencia de cabeza con manos abiertas). Sabés que con Pedro, cuando estamos bien…

- Sí ya sé, cuando están bien, están bien. Es una verdad de Perogrullo. Mientras tanto ya hiciste un pase mágico y de morir de amor ahora vivís de amor…

(Donna hizo un silencio y por mi cara de pocos amigos giró su discurso y tomó por otra calle…preguntándose, respondiéndose, hasta que retomamos nuestro diálogo)

Así que mirá nuestra Ingrid, qué regalito de cumpleaños. ¿Será uso y descarto?

Veremos. En principio nuestra congenere de Entre6 tuvo una noche movidita.

¿Y vos?

- Yo tuve una mañana movidita con con La Diábola.

- Ah cierto que anoche querías irte temprano por eso. Y ¿cómo te fue?

- Ahí… qué sé yo, estaba chupadora, tal vez no tanto como la última vez. Arreglamos todo para el próximo embarque de acá a un mes.
Después me contó que hizo contacto con una agencia que, si bien es chica, parece que hay un interés mutuo, la experiencia de ella por un lado y la apertura de mercados nuevos, a los que La Diábola no puede acceder y que ellos podrían hacerlo por una relación con un tipo del gobierno… ¿Viste? cómo siempre. Me propuso que haga algo en cuero, en fin, no sé, veré, porque para mí es partir de otro lado, tengo que estudiarlo. Requeriría un taller especializado, costureras que manejen muy bien el cuero… no sé, no estoy con tantas ganas de explorar ese terreno que es difícil, vos sabés lo que cuesta conseguir gente que cumpla, además la inversión es mucho mayor.

- Sí lo sé ¿Y qué más?

- Contame algo vos.

- Pidamos primero. "Un filet de merluza con puré de calabaza".

- Yo, lo mismo, el puré de calabaza me gusta y también una ensalada de
tomate y huevo (agregó Donna).


- ¿Huevo? Si ya estás comiendo la proteína en el pescado.

- Bueno tomate y zanahoria.
¿No me vas a decir que no puedo pedir dos cosas color naranja?

El camarero nos miró a las dos, extrañado y dubitativo, sus gestos denunciaban que no se ubicaba, se lo veía huidizo y acomodando su pequeño anotador, el pobre no sabía si bromeábamos o estábamos discutiendo.
Conozco a Donna y sé que me lo dijo un poco molesta y con los ojos un tanto desorbitados, pero ni bien el camarero se había llevado la orden completa incluyendo las bebidas Donna ya estaba de nuevo en su eje. Ella es así nunca se enoja demasiado, tiene un lindo carácter y las cosas en general las dice con cierto tono histriónico que ha hecho que sus hijos la tildaran de artista afirmando que el mundo del arte se perdió una Anna Magnani.

- ¿En qué estábamos?

- En el huevo. (Me reí. Nos reímos).

- Me llamó Oscar, está enfermo, dice que quiere ver a su nieto y que Juan Pablo se la hace difícil.

Donna había conocido a Oscar cuando, trabajando como administrativa de una empresa de insumos médicos, debió ocuparse especialmente del reintegro de un tubo de oxígeno.
Oscar, jefe de otro sector, separado desde hacía tres años y muy seductor la conquistó desde el primer momento. Fue un amor a primera vista. Donna años más tarde parafraseaba diciendo “amor miope y vista distante”. Oscar, de su primer matrimonio que había durado cuatro años, ya tenía dos hijos, a los cuales veía de tanto en tanto. El segundo matrimonio tampoco duró mucho, Donna se separó de Oscar a los dos años de casados, estaba embarazada y una infidelidad que descubrió en aquellos días la llevaron a una terminante decisión. El hombre no luchó demasiado y fue así como mi amiga gestó, parió y crió a su hijo en la soledad peculiar que se tiene cuando familia y el entorno afectivo ponen todo lo que pueden para que se sienta un poco menos la presencia de una ausencia.
La vida le dio más tarde otra oportunidad…..Conoció a Mauricio en la facultad en un curso de post grado.

Mientras criaba a Juampi había retomado los estudios universitarios alcanzando la licenciatura en psicología, anhelo postergado desde muy joven. Sus padres la ayudaron en esta “travesía- hazaña” como la llama ella, no sólo acompañándola en los cuidados a Juan Pablo, sino con los gastos cuando “el vil metal”, como dice Donna, no era suficiente.
Sus padres pertenecían a una generación de hijos de inmigrantes, sus abuelos habían llegado desde Italia en 1924 y sus padres que sólo habían completado la escuela elemental llevaban el lastre de aquello que quedó inconcluso, insatisfecho, inadecuado, impropio y todos los “in” que se nos ocurra.
El abuelo de Donna hizo de la venta de carbón su fuente de vida y su padre, aunque no tenía más que sexto grado, fue empleado bancario. Alguna vez Donna nos contó, con cierta gracia, que si bien su abuelo se ensuciaba las manos con el carbón, su padre tenía que cuidarse muy bien de no ensuciárselas con el vil metal .Había escuchado a su madre tantas veces decir que el dinero es una mierda, y que eso de “Poderoso caballero es don Dinero” es un error de las letras españolas, que nos marcan aún hoy en este mundo globalizado, pero bueno...No toquemos el tema de la aldea global. En la historia de Donna al carbonero le siguió el bancario y luego vino la experta en la ecuación freudiana que retoma de alguna manera que el oro es el estiércol del infierno. De lo que yo estaba segura es que en la familia de mi amiga nadie se avergonzaba de su origen, drama sufrido por muchos que venían desde el viejo continente y que Florencio Sánchez llevó al teatro bajo el título de “Mijo el dotor”, pintando magistralmente los padecimientos de muchos inmigrantes que anhelaban tener a sus hijos profesionales.

Supe tempranamente, a través de la vida de Donna, de las dificultades de criar a un hijo sola y cuando Donna se impacienta porque yo no he formado familia y se pregunta si ella ha incidido, sin saberlo, en esto suelo decirle con tono socarrón:
- Donna, no dudes que has sido un ejemplo maravilloso en mi vida, del matrimonio me has
mostrado que es tan bueno que te casaste dos veces y de hijos, basta mirarte, has tenido
tres.Lo que pasó es que no me influenciaste, justamente, no te he seguido. He tomado otra
decisión, y la siento muy genuina..


- ¿Me escuchaste? ¿Dónde estás?
- ¡Sí Donna! Por supuesto, Oscar, Juan Pablo... Lo de siempre.
- Me pareció que estabas pensando otra cosa.
- ¡No, no! ¿Y entonces qué va a hacer Juan Pablo?
- No sé... Ya está grande, él también es padre; su mujer no se mete, por lo menos frente a mí, no
expresa nada, más bien dice que es asunto de Juampa y bueno… creo que está bien, él tendrá
que resolverlo.
- Este tema ya es añejo, la vida dirá…

- Y hablando de otra cosa ¿Vos tenés algún torneo?
- Puede ser, voy a ver, Renata me invitó para que vaya con ella, el fin de semana próximo, se hace en el Tigre, tengo ganas de participar. Relajo un poco mis pensamientos, está muy bueno… voy a ir.
- Te enganchaste con los palitos y las pelotitas.
- Ustedes lo lograron. Me impulsaron y bueno, me hace bien…
- Sabés lo que más me gusta y me divierte un montón es cuando me contás de los partidos,
como el otro día que diste ese golpe en el campo y “el nuevo” te miró, parece que estaba
bueno el compañerito de juego, me dijiste que tiene una mirada penetrante.
- Sí, puede ser, lo que pasó es que hice un putt con el putter, el palo, sobre el green.
- Ah, y después el de mirada intensa hizo un golpe fallido.
- Sí eso pasa, más cuando uno recién empieza, le pegó a la pelota en la parte de arriba y
entonces salió pero sin elevación.
- Ah, por ahí en otras cuestiones no falla, y en otros contextos eleva bien.
- No voy a entrar en esas pavadas.
- ¡Ajá! Te pusiste seria y eso que bailas twist mientras jugás.
- ¿Eh? ¡qué decís!, debes referirte al swing, que es el movimiento del palo para ensayar el golpe.
- Sí, ya sé, te estoy bromeando… Franchu, tu ahijado dice que el padre le contó que bailás twist
para jugar al golf.
- ¡Este Fabio González!
- ¡Tené un poco de humor por favor!
Le sonreí y finalmente las dos nos reímos. Siempre le digo que ha sido y aún hoy es una brújula maravillosa para buscar el norte de mi vida.
- ¿Qué? ¿Qué? ¡Una bruja!
- ¡No! Una brújula que me orienta en la vida. (Nos reímos).
- ¡Ah mirá! a veces acompaño en una Orientación Vocacional, pero vos hablás de
una orientación Vital. ¡Qué fuerte!

Encontrar a Do en mi vida había sido como el hallazgo de un cofre valioso, no estaba para nada de acuerdo con que “Lo que natura non da Salamanca non presta”, frase que con cierto sarcasmo y ojitos pícaros escuché de boca de mi padre, nunca nadie supo decirme claramente qué significa Salamanca en esa expresión, pero parece por algo que leí no hace mucho tiempo que este lugar español estuvo desde épocas lejanas relacionada con la magia. Hoy sé que en mi vida Donna oficia de maga, que con hechizos de amor, palabras cariñosas, tonos severos, algún enojoso comentario y hasta fuertes reprimendas me presta, me dona, me protege en el andar de mi vida.

- ¡Te dije qué fuerte! ¿Me escuchás?
- ¡Sí! Escucho. Te digo en serio… Sos mi cable a tierra, siempre me ayudás, sabés que mi vida es difícil, tortuosa, en fin sabés muchas cosas aunque yo no te diga palabra por palabra.
- Sí, lo sé lo que intento es que no te pongas tan rígida, que flexibilices un poco, además, las
palabras que faltan decir yo estoy tranquila porque tenés tu espacio con Lore para hablar,
llorar, elaborar. En tanto nosotras podemos divertirnos un poco, reirnos. Sabés que reir hace
bien al corazón.

-Sí, lo sé.
-Y como sigue el día?
-Bueno voy a buscar a mi ahijado a la colonia, después masaje y
finalmente cena con mi romeo.
- Ajá ... buen programa! Nos vemos pronto.Mandá saluditos a tu amado
amante.

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sábado, 10 de enero de 2009

Nota y prólogo.

Me complace presentar como apertura del blog la publicacion virtual de mi novela "Entre sabores y sinsabores" .
La misma se presenta en emisiones semanales que configuran un paralelismo entre el tiempo que transitan los personajes de la ficción y su ingreso a la red.

Una nota introductoria da paso al primer eslabón de esta cadena que comienza.

A continuación un prólogo pleno de palabras hermosas, que agradezco infinitamente y que, emergieron, merced a la generosidad de la Dra Clara Barnatán, quien, desde su faceta de poetisa engalana este momento inaugural de la novela


NOTA
La novela fue gestada y parida durante el verano 2008 y hoy sale a la luz a través de un medio muy propio de la época tecnologizada que nos toca vivir. Se trata de una obra de "realismo ficcionado" y me permito el uso de esta denominación un tanto ambigua porque, si bien los personajes son inventados, las situaciones que se suceden no quedan excluídas de experiencias propias, algunas vividas en soledad y otras compartidas con los seres que me rodean. Es factible que algunos de ellos se reconozcan en medio de los textos surgidos de la imaginación creadora que busca la novela.
Ofrezco a los potenciales lectores, hombres y mujeres la posibilidad de introducirse en el complejo entramado de mundos femeninos, tejido por seis amigas a lo largo de vidas compartidas, conversaciones teléfonicas, chateos y múltiples vicisitudes cotidianas, coronadas por encuentros mensuales que oscilan entre disparatados y risueños a veces, severos y dolorosos otras. Media docena de mujeres que de alguna u otra forma son portadoras de situaciones, sentimientos de enojos, angustias, alegrías, proyectos, en definitiva,sabores y sinsabores que la vida presenta a todo ser humano. Liliana Gimeno


PROLOGO

Liliana Gimeno en su novela “Entre Sabores y Sinsabores” revela el devenir cotidiano de una sociedad policroma e irrumpe con labios de amor vivo, llama de fuego en líricos silencios ya que el ser vive donde ama .En esta casa sucede la reunión de ENTRE6 “mujeres abriendo caminos posibles”.
Liliana crea el ritmo visual en las imágenes escritas donde la poesía de su palabra es una flor abierta al viento: maravillosa confidencia de la noche del inconsciente
A la conciencia iluminada, como sentimiento y música. Virtud de la emoción a la unión afectiva donde la intuición creadora emerge como Venus hacia la luz en estado mágico.
Su esplendor deleita los sentidos y el intelecto; pero el esplendor en su belleza es sobre todo portal de comunicación entre las cavernas del espíritu que ellas habitan y el universo de las cosas cuando escribe “gozar de su canto por algo mas de ocho minutos” (Marzo: entre besos fríos y otros”).
Desnudando estrellas el artista motiva la identidad místico-amorosa que trasciende en forma atemporal el numen de los dones.
La musa interior de los impulsos secretos promueve el abandono espacial del dolor a una sensibilidad acrecentada en Liliana “la vida es la que nos escribe los libretos” (Octubre: entre viejos y nuevos códigos).
Como lumbre secreta, esencia imponderable; la revelación de la libertad abre la música cósmica de nuestra corporeidad, nudo de violín en su clave sonora.
Esta conjunción de contemplación y realización arquetípica “Las ENTRE2 astrólogas del grupo de Helena y Merin seguían hablando de planetas, sinastrías con los padres y abuelos”
(Agosto: la lista del no y del si).

“Después del Caos; Gea y Eros concatenaron una fuerza atractiva que lleva en sí los elementos para agregarlos y combinarlos con poder ilimitado”.Hesíodo

Liliana como dueña de esta llave para abrir la puerta entre mil puertas de jardines mitológicos junto a su inocencia que enciende la pureza del vuelo y recoge la gracia de su decir en gotas de noches líquidas y doradas
Como El Cantar de los Cantares....
En mis manos, sus páginas han sido resplandor y destello!

Clara Barnatan

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